18 de abril – Testigo

«Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.» Hechos 1:8 (NVI)
Vi hace algunos años una película muy buena, se llamaba “Testigo en peligro”, y contaba las desventuras que tenía que padecer un testigo que había visto un crimen. A toda costa la organización mafiosa del acusado quería impedir que el testigo llegara al juicio y contara lo que había visto. Tenían que silenciar al testigo. Si lo callaban la verdad jamás se sabría y el culpable no sería condenado. Un testigo cuenta lo que vio, por eso es testigo.
No es fácil decir la verdad en un mundo tan mentiroso y cambiante. Mucho menos, cuando esa verdad va en contra de la corriente. No es extraño que la palabra testigo también signifique mártir, uno que muere por una causa. Y esa palabra es la que utilizó Jesucristo para encomendar a los suyos la tarea más importante del Reino de Dios. Cristo mandó a sus discípulos a ser testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.
¡Es impresionante la claridad del mensaje de Cristo! Los llamaba a ser sus testigos, primero en la ciudad donde eran bien conocidos; luego, en su país, donde tenían las mismas costumbres; después en la ciudad vecina más cercana, con quien no se llevaba tan bien; y por último, hasta el fin del mundo.
Primero hay que empezar por casa, donde nos conocen y tenemos más confianza. Pero nosotros justamente por esta razón es donde menos testigos somos. Como conocen nuestros defectos, preferimos el silencio a hablar de Jesucristo. Nos da vergüenza, nos resulta indiferente, no nos sentimos motivados. Y así nunca comenzamos.
Lo notable, es que cuando Jesucristo le dijo a los suyos que debían ser testigos de Él, utilizó una palabra que se puede traducir como testigo o como mártir. Ya Jesucristo, al desafiarnos para esta tarea tan especial, nos está advirtiendo que quien quiera ser testigo de Él, también va a sufrir. No solamente deberíamos contar lo que vimos y vivimos, sino además estar dispuestos a sufrir por la causa del Evangelio. Hoy en Argentina no hay persecución. Nadie te encarcela por predicar el evangelio, nadie te tortura por ser testigo de Jesucristo.
Cristo te llama. Contá lo que hizo por vos.
REFLEXIÓN – ¿Sos testigo de Dios?

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