15 de Abril – Cañita


“Cubrieron las aguas a sus enemigos, ¡no quedó ni uno de ellos! Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza. Bien pronto se olvidaron de sus obras, no esperaron su consejo.” Salmos 106:11-13 (NVI)
Cañita
Es muy conocida la historia del pueblo de Israel cuando salió de Egipto y de cómo los egipcios murieron bajo las aguas. Debe haber sido imponente ese momento. De ser esclavos condenados a trabajar hasta morir, pasan a ser libres y escapan cargados de oro y regalos. Cuando pensaron que todo iba a ir bien, ven a lo lejos el ejército egipcio que los perseguía para matarlos. Estaban atrapados entre sus enemigos y el mar. Eran un par de millones de seres cansados, con niños y ancianos, sin posibilidad de dar pelea y sin esperanza.
Entonces un hombre se para y dice «Crucemos el mar, Dios lo va a abrir para nosotros». Y así fue. Me imagino cómo estarían los israelitas del otro lado, cuando vieron cerrarse las aguas. Es inimaginable la felicidad que tendrían, habrán saltado, gritado, cantado hasta la locura y tendrían más ganas de agradecer. Habrán subido al cielo cientos de miles de agradecimientos y notas de alabanza.
Pero nos recuerda el salmista que a poco tiempo del acontecimiento, los israelitas se olvidaron de esta proeza. Ante la falta de agua comenzaron a murmurar contra Dios y un tiempo después, adoraron un becerro. Nos cuesta creer que las mismas personas que agradecieron tanto y alabaron tanto en la orilla del mar, sean las mismas que ahora murmuran y se inclinan ante un becerro de oro. Pero eran las mismas.
A veces nosotros también actuamos como los israelitas. Hay días que estamos cerca de Dios, le agradecemos y alabamos por sus bendiciones; pero cuando aparece algún problema, somos los primeros en murmurar, en estar de mal humor, en enojarnos. Dios espera de nosotros más estabilidad.
Hay quienes son como una cañita voladora, esas que vemos para Navidad y Año Nuevo. Son extremadamente bellas y deslumbran a todos, pero duran muy poco. Dios prefiere que seamos como velas que sin ser nada espectacular, alumbran siempre igual estando recién prendidas o casi consumidas. El pueblo de Israel fue muchas cosas pero nunca constante. No imitemos su ejemplo. Nuestra fidelidad a Dios debe estar por encima de las circunstancias.
REFLEXIÓN – No seas cañita voladora, mejor viví como una vela.

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