16 de Julio – Escucha

«Oye, pueblo mio, y te amonestare. ¡Oh Israel, si tu me oyeras!» Salmo 81:8
Escucha
Finalmente fue decepcion y tristeza. Argentina llegaba invicta a la final de la copa America, con el equipo más poderoso y el arco menos vencido. Eramos los favoritos y la mayoria nos daba como ganadores. Pero perdimos con Brasil 3 a 0. Inapelable, vergonzoso y triste.
Tanto, que ni el tecnico ni los jugadores querian hablar con la prensa. No querian escuchar las criticas y los reclamos, porque sabian que habian perdido muy mal, asi que prefirieron esconderse y no hacer comentarios. No hay nada que decir cuando uno se da cuenta que hizo las cosas mal y es culpable por sus fracasos.
No querian escuchar. Y muchas veces hacemos lo mismo. Preferimos cerrar nuestros oidos porque sabemos que metimos la pata. No queremos escuchar. Israel hacia lo mismo. Una y otra vez, Dios les daba una nueva oportunidad. Pero siempre se equivocaban. Y cada vez que pecaban, se alejaban de Dios. Sabian que estaban haciendo las cosas mal, y no querian escuchar. Eran muy testarudos.
Frente a esta realidad humana, Dios exclama con dolor: ¡si tu me oyeras! Es notable pensar que el creador del oido, la autoridad maxima del universo, el Dueño de todo, que puede hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera, frente a esta sordera voluntaria Dios espera.
En lugar de forzar al hombre para obedecerlo, Dios solo se entristece por la terquedad humana y desea que cambie. ¿Que hariamos nosotros en la misma situacion? Con nuestra impaciencia y soberbia, si tuvieramos el poder y la autoridad, ante la menor sublevacion, castigaríamos y obligariamos a insurrecto a mostrar sujecion.
Dios es misericordia, gracia y paciencia. Y aunque puede hacerlo, porque tiene la autoridad El decide esperarnos pacientemente. Aunque eso le provoque dolor y angustia, cuando ve la manera tonta en que nos equivocamos, Dios espera. El dolor de su corazon por nuestra terquedad no le mueve la mano para obligarnos a cambiar, aunque puede hacerlo.
Dios hoy te esta esperando, y desea que lo escuches, que te destapes los oidos para oir sus consejos. Es tiempo de escuchar, de salir de nuestra terquedad y escuchar la amonetacion de Dios. Que no es una reprension caprichosa para lastimarnos. Es su consejo amante para ayudarnos a vivir mejor. No entristezcas a Dios, Él desea que lo oigas.
REFLEXION – Escuchalo

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