18 de Abril – Tropenzando


“El que dice que está en luz y odia a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz y en él no hay tropiezo.” 1 Juan 2:9-10 (NVI)
Tropenzando
La primera carta de Juan es un monumento que nos recuerda nuestra responsabilidad de amar. Y lo relaciona siempre con nuestra relación con Dios. No podemos decir que amamos a Dios, que lo conocemos y lo respetamos, si no podemos amar a nuestro hermano.
Desde los primeros tiempos de la iglesia hubo este tipo de problemas, las personas no se llevan bien. Lo maravilloso de Juan es que no cuestiona de quién es la culpa, quién tiene razón o dónde se origina el conflicto. Simplemente nos recuerda nuestro deber de amar.
Para Dios no hay grises ni medias tintas. O se ama o se odia. Es como las acciones, o es pecado o no es pecado.
Lo notable del pensamiento que Juan elabora es que no hay manera de escaparse de esta responsabilidad. Si decimos que somos cristianos y que amamos a Dios y que deseamos imitarlo, entonces debemos amar como Él nos ama. Cuando éramos enemigos suyos, cuando hacíamos todo lo contrario a Su voluntad, cuando deliberadamente le dábamos la espalda, cuando nos reíamos de sus principios y los pisoteábamos, Dios nos seguía amando.
Así es como debemos amar. Ninguna ofensa que hayas recibido es mayor o más grave que la que recibió Jesucristo al cargar con tus pecados.
Las consecuencias de no amar es una vida golpeada. El que no ama tiene una visión errada de la realidad. Mira con enojo y entonces mira mal. Y como está enojado, cuando le pasa algo se lo toma como una ofensa personal y se ofende más. Y se enoja más y su vida es una sucesión de enojos. Y se justifica pensando que la ofensa que recibió es muy grave y tiene derecho a enojarse y tener bronca.
Pero Dios no quiere eso, quiere que podamos limpiarnos la cabeza y perdonar y amar, aunque el otro no lo merezca, aunque la ofensa sea grande, aunque hayan actuado mal. Tal como Él hizo con nosotros.
No es fácil pero es lo que Dios quiere. Es mucho mejor vivir con el consejo de Dios que seguir nuestros enojos y vivir a los tropezones.
REFLEXIÓN – Viví sin tropezarte, viví amando.

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