29 de noviembre – Metodología

“Por aquellos días Pedro se puso de pie en medio de los creyentes, que eran un grupo como de ciento veinte personas (…)” Hechos 1:15 (NVI)
Eran los primeros tiempos de la iglesia, y siempre los comienzos son difíciles. Después de los tormentosos días de la Pascua, finalmente, Jesucristo se había presentado para confirmar al incipiente grupo. Sólo se menciona en la Biblia el contacto personal de Cristo con los apóstoles. Pero al comenzar el libro de los Hechos, ya la congregación era como de ciento veinte personas.
Durante el ministerio terrenal, Jesucristo había dedicado mucho tiempo a predicar en las sinagogas de los judíos. Eran pequeñas congregaciones que existían en cada pueblo donde se leía regularmente la Ley de Moisés. Fue un proceso largo y cansador, pero necesario. Cristo estaba capacitando a muchos cada vez que hablaba. Cuando la multitud que lo seguía le hacía imposible entrar en un lugar cerrado, un monte, una barca o un valle eran los lugares preferidos del Maestro para hablar del Reino de Dios.
Y cuando todos se iban, Cristo se quedaba con sus doce escogidos. Y la charla continuaba. Hablaban de lo aprendido ese día, de qué opinaba de cada uno de los eventos ocurridos ese día, compartían sus experiencias, era un ida y vuelta personalizado e individual. El mismo Maestro que capacitaba a miles, ahora discipulaba a doce. Y eso hizo la gran diferencia.
Cientos de hombres y mujeres luego de la resurrección gloriosa de Jesucristo, se reunieron en Jerusalén y formaron la iglesia. Eran cristianos dignos y cumplidores. Habían sido capacitados por Jesucristo. Pero quienes estaban al frente del grupo, los que dirigían la congregación, los que dirimían las diferencias, eran los apóstoles. Aquellos hombres que fueron discipulados por Jesucristo.
No fue un capricho divino, ni una ventaja de algún oportunista. Fue el plan de Dios: discípulos para discipular. Maestros para capacitar. Hoy estamos frente al mismo desafío. La iglesia ya está en marcha, ya camina sola casi por inercia. Tenemos estructuras, organizaciones, programas de trabajo y eventos. Capacitamos a cientos de cristianos en cada encuentro, conferencia, congreso, taller o reunión.
Pero nos olvidamos de discipular, que es el método que utilizó el mismo Dios para formar líderes. Hoy es tiempo de volver a la fuente, y cambiar nuestra metodología de trabajo. No importa que formato le pongas. Utilizá el plan de Dios para formar líderes.
REFLEXIÓN – Discípulos para discipular.

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