21 de Noviembre – Medida


¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?, ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?  Cantaré a Jehová porque me ha hecho bien.” Salmos 13:1 y 6 (RVR)
Medida
Hay momentos en la vida en los que uno se siente como el salmista. Parece que aunque ore con todas mis fuerzas, Dios no escucha, que aunque insista hasta el cansancio, Dios no registra mi voz. Da la impresión como que Dios se olvidó de uno, y como está tan ocupado atendiendo a tantos millones de reclamos, el mío quedó en la bandeja de asuntos postergados.
Aunque para los seres humanos estas actitudes son muy comunes, Dios no es así. Dios no se esconde tras sus múltiples ocupaciones, ni encajona nuestro pedido dentro de una carpeta de pendientes, Dios no deja para más tarde ninguna súplica.
Dios siempre escucha. Aunque está permanentemente ocupado en millones de tareas, aunque mantiene el orden perfecto de los planetas, los mareas y las estaciones, aunque tiene el oído dispuesto para los millones de simultáneos reclamos que llegan al cielo permanentemente, tiene además todo el tiempo necesario para escuchar mi oración, y también para escuchar la tuya.
No te desalientes por no recibir respuesta. Aunque es muy duro esperar (porque el que espera, por lo general se desespera), Dios siempre responde. Quizá la respuesta de Dios no es la que estás esperando, pero Dios siempre responde de la mejor manera, a Su manera. La desesperanza es el arma preferida del diablo porque él quiere que dejemos de orar. El diablo odia que vos dediques tiempo para orar.
Por eso me encanta como termina el salmista este salmo. “Cantaré a Dios porque me hace bien”. No dice que le respondió la oración como él pedía, ni en el tiempo que él pedía, ni de la manera que él pedía. Dice simplemente que Dios le hace bien.
Dios te hace bien. Él busca darte lo mejor aunque lo mejor a veces duela. Pablo tenía un aguijón en la carne y aunque oró mucho pidiendo que Dios se lo saque, Dios se lo dejó y le dijo “Mi gracia es suficiente”. Y le hizo bien. Hoy es un muy buen momento para volver a orar y dejarle nuevamente tus problemas a Dios, que desea llevar tu carga, y también agradecerle porque siempre nos hace bien.
REFLEXIÓN – Dios no tiene la misma medida de bienestar que nosotros.

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