22 de Septiembre – Distraído


El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno, respondió Ezequías. Y es que pensaba: Al menos mientras yo viva, sin duda que habrá paz y seguridad.” 1 Reyes 20:19 (NVI)
Distraído
El rey Ezequías había recibido una nota de su par Baladán, rey de Babilonia. No todos los días se recibe una nota de algún importante referente mundial diciendo que tiene intenciones de entablar relaciones con uno. Solo pasa en las películas. ¿Cuándo fue la última vez que el gobernador de Buenos Aires te llamó por teléfono para avisarte que va a pasar por tu casa para conversar con vos?
Esto fue lo que le pasó a Ezequías. Era un hecho internacional sin precedentes y un gran momento para su reinado. Estaba  tan contento que cuando Baladán manda a sus emisarios a saludarlo, Ezequías les hace un city tour por lo mejor de su país. Les muestra toda la gloria de su reino, todos sus tesoros, su palacio y todas las riquezas. Era como comer un bife frente a un león hambriento, pero Ezequías no se dio cuenta.
Babilonia puso sus ojos de codicia en el próspero país de Israel y comenzó a planificar su invasión. Dios se enojó con Ezequías por la tontería que había hecho y se lo hizo saber. Cuando estos hombres se fueron, el profeta Isaías le pregunta a Ezequías qué había hecho, y el ingenuo rey se lo cuenta y luego escuchó preocupado la consecuencia de su mala decisión, la invasión no se podía evitar.
Pero respiró aliviado cuando supo que el castigo vendría en el reinado siguiente. Su tontería de mostrar los tesoros de Israel, había condenado a la siguiente generación a sufrir el ataque del imperio más poderoso del planeta, y el comentario de Ezequías fue: Al menos mientras yo viva, habrá paz y seguridad. No se hizo cargo de su error, no le importó el problema que dejaba a futuro, no se preocupó por las consecuencias de sus actos, simplemente se hizo el distraído. Cuando leía esto, me reflejó la actitud que tenemos hoy en nuestra vida. Nos hacemos los distraídos. Pensamos que podemos pecar sin consecuencias. Que le podemos fallar a Dios sin que pase nada.
Como no viene un rayo del cielo que nos fulmine, pensamos que no hay consecuencias. Isaías vuelve a recordarnos que no hay impunidad para el pecado. La justicia divina no prescribe. Ojo con lo que decidís.
REFLEXIÓN – No te hagas el distraído.

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