26 de Mayo – Freno


Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Proverbios 16:32 (NVI)
Freno
La violencia está cada vez más desenfrenada. Ya no solo te roban, también te matan. Estaba leyendo un artículo sobre un hombre que entró a su casa, dejó su bicicleta en el jardín y allí se encontró con 4 muchachos apilando bienes para robarlos. El hombre no dijo nada, ni se movió, pero los muchachos lo acribillaron a balazos.
Lamentablemente los cristianos nos estamos copiando de estos malos hábitos. Hoy ya es común enojarse y responder, es común ver discusiones, peleas, rencores divisiones y bandos en la iglesia. Ya casi no asombra, nos habituamos a vivir así.
Pero en realidad, el deseo de Dios es totalmente opuesto. Antes que tener que lamentar una pelea o padecer largos períodos esquivando a alguien con quien discutimos, Dios nos recuerda la importancia de refrenar el enojo.
Es mucho más valiente, mucho más meritorio para Dios aquel que puede refrenar su enojo. Siempre se consideró la fuerza de un hombre como su mejor virtud, sin embargo, Dios replantea este concepto y pondera mucho más su capacidad de control, que su fuerza.
Saber dominar su carácter hace al hombre más valioso para Dios, que aquel que puede conquistar una ciudad. Saber guardar la calma en medio de una discusión, en un partido de fútbol o cuando las opiniones son muy distintas, es fundamental y valioso para mostrar el verdadero carácter cristiano.
Es muy fácil declararse cristiano cuando todo está bien y comportarse correctamente cuando estamos de acuerdo en todo. Pero el verdadero cristiano se muestra cuando las circunstancias no son tan propicias, y hay ambiente de pelea.
Es casi una reacción natural discutir y defender un razonamiento. La mayor grandeza de un cristiano es tener la capacidad de ver otra opinión y respetarla, aunque sea ridícula, caprichosa y sin sentido. Uno siempre se justifica diciendo que la otra parte comenzó agrediendo, pero tampoco eso lo explica. Para Dios nada justifica una mala reacción.
Cristo nos dejó el ejemplo supremo. Cuando lo insultaron no respondió el insulto, cuando le pegaron no devolvió el golpe, cuando lo trataron con desprecio y con injusticia perdonó y amó. Ese debe ser tu ejemplo.
REFLEXIÓN – Hace falta mucha fuerza para frenar el enojo.

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