27 de diciembre – Reacción

“Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre.” Lucas 2:16 (NVI)
Lo que vieron estos pastores fue algo único en la historia. Estaban cuidando las ovejas como tantas otras noches, charlaban de sus cosas descuidadamente. No había temas demasiado importantes. Hasta que a lo lejos vieron que apareció una luz. Debía ser el farol más grande del mundo. Rápidamente fue creciendo en tamaño y luminosidad, hasta que estuvo sobre ellos. ¡Era un ángel! La noche se iluminó y pronto aparecieron más. Uno de ellos les dio el anuncio: acaba de nacer Dios. ¡El ángel hablaba su mismo idioma!, era asombroso.
Y luego del anuncio comenzó la fiesta, había gloria y alabanza en el cielo, los ángeles cantaban y ensalzaban a Dios. Y en la tierra, un grupito de pastores sin nombre observaban en silencio y sin moverse. Era demasiado. Ni en sus sueños más descabellados hubieran supuesto que alguna vez en sus vidas serían participes de un encuentro semejante. ¡Estaban en la puerta del cielo y habían sido especialmente invitados!
Cuando terminó la celebración, los ángeles regresaron a su lugar, la luz se apagó y quedaron los pastores solos, en medio de la oscuridad de la noche palestina y sumidos en el silencio. No se movieron, no hablaron, estaban sorprendidos. Hasta que una oveja baló y volvieron a la realidad. No podían dejar de hablar, se pisaban unos a otros tratando de comentar lo que sentían. Pero hubo algo en lo que estuvieron de acuerdo todos. Si Dios había nacido, tenían que ir a ver donde estaba. ¡Es lo que habían estado esperando durante tanto tiempo, y finalmente se había cumplido la promesa!
En lugar de filosofar y discutir sobre lo que había sucedido, ellos reaccionaron con prisa y fueron a buscar al niño. Regresaron apurados a la ciudad de Belén y no se detuvieron hasta que encontraron lo que estaban buscando. Al entrar en el establo, los pastores vieron a Dios.
Pasaron más de 2000 años, y hoy ya nos olvidamos de la navidad. Apenas hay un recuerdo lejano de lo que celebramos hace dos días. Nos atrapó nuevamente la rutina y el cansancio. Tenemos la mente en otro lado y nos olvidamos del nacimiento. Tenemos menos reacción que una babosa. ¡Y sólo pasaron dos días de la navidad!
REFLEXIÓN – Buscalo a Jesús de prisa.

Artículos relacionados