28 de abril – Soporte

«Pero Dios es mi socorro; el Señor es quien me sostiene.» Salmo 54:4 (NVI)
En cierta oportunidad, fuimos a visitar a un cliente del estudio que se dedica a la distribución de medicamentos. Hace la logística de entrega entre los laboratorios que producen a granel y las droguerías que distribuyen a las farmacias. Esta empresa tiene un movimiento diario de más de un millón de productos diarios. En la visita, nos hicieron ver el depósito donde se arman los pedidos que cada droguería les hace.
El depósito es un galpón gigantesco quise deducir la cantidad de metros cubiertos pero era demasiado grande donde están ordenados los cientos de racks, lugar en el que se estiban sus productos inventariados. Cada rack, de un metro de ancho, mide lo mismo que un edificio de cinco pisos. El depósito es extremadamente impresionante por la cantidad de productos que tiene, por el orden y por la tecnología con la que se manejan, y la eficiencia para armar cada pedido.
Pero semejante estructura está montada sobre unos terrenos que fueron rellenados con basura. Por eso, antes de comenzar a levantar el depósito y las oficinas, esta empresa tuvo que introducir en el suelo profundas y anchísimas vigas de cemento que constituyen las bases que sostienen tamaña mole.
El terrible peso de las instalaciones es soportado por esas poderosas y firmes vigas enterradas en el suelo. Actualmente ya no pueden verse, pero están. Y si no fuera por ellas, la estructura estaría condenada a desplomarse por la fragilidad del suelo. Los constructores previeron ese problema e invirtieron mucho dinero y gran esfuerzo en arreglarlo.
David sabía muy bien lo que significaba una crisis. Ya sea como soldado, luchando en la batalla o como pastor, cuidando al rebaño para librarlo de ser atacado por los leones o los osos, muchas veces estuvo en peligro. En medio de las dificultades, en pocas ocasiones pudo pedir ayuda. Pero sin lugar a dudas, siempre la esperó. Aun en la soledad de la montaña, sabiendo que no había nadie a quien recurrir, en el momento de dificultad y angustia, él deseaba que viniera la ayuda.
David conocía a Dios, y sabía que Él lo sostenía. No podía verlo, pero sabía que estaba. Tal vez nadie lo notara, pero la solidez de la vida del salmista radicaba en que Dios era su base. Para tus días de problemas, ¿Dónde está tu confianza? Que puedas apoyarte en la sólida y poderosa Persona de Dios.
REFLEXIÓN – Si Dios no te sostiene, te derrumbás.

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