29 de julio – Quieto

“Estad quietos y conoced que Yo Soy Jehová, seré exaltado entre las naciones.” Salmos 46:10 (RVR)
Hay una tendencia general en este tiempo al activismo. Las personas cada vez parece que necesitan más actividad. En las grandes ciudades se viven momentos de mucha presión, que nos obligan a sobrecargarnos de responsabilidades.
Eso también lo llevamos a la Iglesia. Vemos muchos hermanos trabajando en varios ministerios a la vez, ocupados y preocupados. Y a veces confundimos espiritualidad con trabajo; pensamos que es más espiritual el hermano que está haciendo muchas cosas. Cuesta mucho hoy tener un rato de calma. Estar tranquilos y sentados sin televisor, sin música, sin amigos, sin parientes y tener un rato para meditar en Dios.
Es notable que cuando Elías estaba deprimido en el monte, vio a Dios en el silbo apacible. No lo vio en las cosas espectaculares y ruidosas, lo vio en la tranquilidad y simpleza de la suavidad. Hay veces que cambiamos mucha actividad por intimidad. Y nos olvidamos, porque estamos muy ocupados, de tener un rato a solas con Dios. Nos olvidamos de leer tranquilos Su Palabra, de meditar en lo que leímos, de extraer una enseñanza aplicable para la vida, de orar con detenimiento sobre los hermanos de la iglesia, por los compañeros de trabajo o estudio, por los que están solos y necesitan consuelo, por cada uno.
Pero, para esto hace falta tiempo. Y por estar tan ocupados, a veces hacemos las cosas en la iglesia con desgano, hasta enojados porque estamos trabajando solos y nadie se da cuenta. Pero no está ahí el asunto, La cuestión es que nos olvidamos de estar a solas con Dios, de disfrutar de Su Presencia, de deleitarnos con Él.
San Agustín decía, que como tenia que hacer muchas cosas durante el día, y no le alcanzaba el tiempo para hacerlas todas, dedicaba 3 horas de su tiempo a la oración antes de comenzar a hacer algo. Si seguimos su ejemplo, después será mucho más fácil enfrentar las responsabilidades, las corridas, los muchos ministerios, la soledad. Porque estaremos muy cerca de Dios, y tendremos paz en el alma.
Esto lo aprendí de mis propios errores. Cuando te sientas a desgano con la tarea que estás realizando en la iglesia, hacé memoria de cuándo fue la última vez que estuviste quieto, y reconociste que Jehová es Dios.
REFLEXIÓN — Primero hay que parar, para luego poder andar bien.

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