3 de Diciembre – Oportunidad


Habiendo dicho esto, Jesús se conmovió en su espíritu y declaró: De cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar. Pero ninguno de los que estaban en la mesa entendió para qué le dijo esto.” Juan 13:21 y 28
Oportunidad
Es increíble cómo las personas pueden actuar y engañar a sus compañeros. Judas debió ser un gran actor. Jesús anuncia su traición y luego le dice “Lo que tengas que hacer, hazlo pronto.” Pero nadie sospechó de él.
Había visitado al sumo sacerdote, había planeado una manera de entregar a Jesús y nunca había dado un paso en falso. Convivimos con muchas personas en la iglesia, con las que compartimos muchos momentos. Creemos que todos tenemos el mismo destino eterno porque es muy fácil copiar los modos y las costumbres de la iglesia.
Pero puede haber en medio de la congregación, personas convencidas, pero no convertidas. Alguien dijo alguna vez que al llegar al cielo vamos a tener tres sorpresas. Una sorpresa al ver a Jesús, porque ninguna imaginación por más prodigiosa que sea, puede ni siquiera suponer un poco de la grandeza y preciosura que va a ser poder contemplar al salvador de nuestras almas en persona.
La segunda sorpresa va a ser que muchas personas que pensamos que no iban a estar en el cielo, van a compartir la eternidad con nosotros.  La tercera, que muchas personas que creíamos que iban a estar en el cielo, no van a estar.
Puede haber alguno que hoy esté sentado al lado tuyo en el mismo banco, que sea solo un convencido. Tiene las formas y las costumbres de la iglesia pero está condenado al infierno porque nunca se arrepintió. Por eso es necesario averiguar qué cree cada uno.
Es muy difícil amar a alguien que nos va a traicionar. Más, cuando sabemos que la traición es real. Jesucristo amó a Judas a pesar de saber que lo iba a vender. Durante toda la noche le mostró claramente su amor. Al final, cuando supo que era inútil, tuvo su último gesto de amor, le facilitó la entrega y le dio una salida sin complicaciones. Nunca le recriminó nada.
¡Qué sublime amor de Cristo! Es el mismo amor que te tiene a vos. Un amor que no discrimina ni reprocha. Un amor permanente.
REFLEXIÓN – Hay que saber aprovechar las oportunidades.

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