4 de Abril – Quieto


“Estad quietos y conoced que Yo Soy Jehová, seré exaltado entre las naciones.” Salmos 46:10 (NVI)
Quieto
Hay una tendencia general en este tiempo al activismo. Las personas cada vez necesitan más actividad. En las grandes ciudades se viven momentos de mucha presión que nos obligan a sobrecargarnos de responsabilidades.
Y esto también lo llevamos a la Iglesia. Vemos muchos hermanos trabajando en muchos ministerios, ocupados y preocupados. A veces confundimos espiritualidad con trabajo y pensamos que es más espiritual el hermano que está haciendo muchas cosas.
Cuesta mucho tener hoy un rato de calma. Estar tranquilo y sentado, sin televisor, sin música, sin amigos, sin parientes y tener un rato para meditar en Dios.
Cuando Elías estaba deprimido en el monte vio a Dios en el silbo apacible. No lo vio en las cosas espectaculares y ruidosas, lo vio en la tranquilidad y simpleza de la suavidad. Nos confundimos pensando que Dios desea movimiento antes que momentos de quietud.
Hay veces que cambiamos mucha actividad por intimidad, y nos olvidamos (porque estamos muy ocupados) de tener un rato a solas con Dios, de leer tranquilo Su Palabra, de meditar en lo que leímos, de sacar una enseñanza aplicable para la vida, de orar con detenimiento sobre los hermanos de la iglesia, por los compañeros de trabajo o estudio, por los que están solos y necesitan consuelo, por cada uno.
Pero para esto hace falta tiempo. Y por estar tan ocupados, hacemos las cosas en la iglesia a veces con desgano, hasta enojados porque estamos trabajando solos y nadie se da cuenta. Pero no está ahí el problema. El problema es que nos olvidamos de estar a solas con Dios, de disfrutar de Su Presencia, de deleitarnos con Él.
San Agustín decía que como tenía que hacer muchas cosas en el día y no le alcanzaba el tiempo para hacerlas todas, dedicaba tres horas de su tiempo a la oración antes de comenzar a hacer algo. De esta forma será mucho más fácil enfrentar las responsabilidades, las corridas, los muchos ministerios, la soledad. Porque estaremos muy cerca de Dios y tendremos paz en el alma.
Esto lo aprendí de mis errores. Cuando te sientas a desgano con la tarea que estás haciendo en la iglesia, hacé memoria de cuándo fue la última vez que estuviste quieto y reconociste que Jehová es Dios.
REFLEXIÓN – Primero hay que parar para poder andar bien.

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