5 de enero – Pasos

“El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” Proverbios 28:13 (RVR)
En la vida de los hombres hay secretos; algunos se guardan muy celosamente. Pero Dios no actúa así. Él tiene el secreto para vivir mejor: es la clave para una vida sana, feliz y sin culpas. Y en lugar de guardarlo, lo revela con generosidad. Como pasa algunas veces, es un secreto tan conocido que no le damos la importancia que merece y lo menospreciamos.
Hoy nadie niega que el pecado esté mal. Pero el problema es que el límite entre lo correcto y lo incorrecto se corrió tantas veces, que ahora es muy difícil saber si algo está bien o está mal. El nudo de la cuestión, entonces, es definir pecado.
Hace 80 años no se hablaba de divorcio y había respeto por la familia. Pero hoy, argumentando que muchos habían sufrido viviendo un mal matrimonio cuando no estaba permitido el divorcio, se promueve que cada uno haga sea libre para actuar como siente. Hasta los años ‘60, la disciplina era muy rigurosa. Con la llegada de los hippies, se sostuvo que era mucho mejor no censurar la forma de vivir. Actualmente, cada uno hace lo que le parece.
Y cada vez más, las personas desconocen el verdadero límite entre lo correcto y lo incorrecto. Todo es igual, no hay nada verdaderamente malo, todo está permitido. Pero Dios tiene otra visión, y nos da consejo para una vida mejor. Dice que si confesamos nuestros pecados y nos apartamos, vamos a alcanzar misericordia.
Pecado: Para Dios es errar el blanco, es fallarle a Él. Pecado es engañar, es pensar mal del otro, es ser un trabajador mediocre o un estudiante de 5. Hoy es un buen momento para mirar hacia adentro y ser honestos. Dios exige la santidad. No justifiques tus actitudes, porque frente al Eterno y Santo Juez son sólo excusas. Es necesario ser consciente de lo que uno hace, hacerse responsable y dejar de actuar erróneamente.
Para Dios no hay grises. Es blanco, o es negro. Está bien, o es pecado. No hay otras alternativas. Es mucho mejor confesar y alejarse. Aunque sea difícil y poco divertido, debemos alejarnos de las personas, situaciones, lugares o acciones que nos impulsan a pecar.
REFLEXIÓN — La santidad tiene dos pasos: confesar y alejarse.

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