6 de marzo – Integridad


«La recubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le hizo una cornisa de oro alrededor.» Éxodo 37:2 (RVR)

Dios había mandado a hacer los utensilios del templo con lujo de detalles. Le indicó a Moisés cómo debía realizar cada elemento para el tabernáculo. Desde las telas de la carpa hasta las bases para sostener los parantes; desde el altar para el holocausto hasta la pequeña cuchara del sacerdote, todo estaba perfectamente explicado. Estos capítulos del libro son algo densos para leer con tantos pormenores, números y colores. Dios fue muy específico con lo que pretendía y Moisés cumplió con todos los requerimientos divinos.
Me llamó la atención este detalle: el arca de Dios era un cajón de madera que nadie iba a poder abrir. Era un tesoro sellado por Dios para guardar un maná, las tablas de la ley y la vara de Aarón que reverdeció. Una vez que Moisés guardó estos elementos en el arca del pacto nunca más se abrió la tapa sagrada. Nadie volvió a tocar el arca. Incluso para moverla de lugar, le pasaban unas varas por las argollas de los extremos para levantarla sin tocarla.
Por eso provoca tanto la curiosidad el pedido de Dios para que el cajón estuviera recubierto de oro puro por dentro y por fuera. El trabajo, y el enorme costo de este proceso, sólo estaba justificado si hubiera podido verse. ¿Qué sentido tenía cubrir de oro el interior de un arca que jamás sería abierta? Dos generaciones después de Moisés, nadie se acordaba si el orfebre había recubierto el interior del arca con oro puro, con bronce o con nada. Entonces, ¿Para qué Dios habrá pedido que se hiciera el arca de ese modo?
Leyendo este pasaje nuevamente, entendí el para qué. Para Dios hay que ser y también parecer. No es solamente la apariencia exterior. Hay que tener esencia. Dios exige integridad absoluta. No sólo la apariencia. Dios exige integridad en lo oculto.
Hoy vivimos días de apariencias y maquillajes. Pero con ausencia de fundamentos. Se ven muchos cristianos que se llaman de esa manera, pero que no representan a Cristo. Son sólo arcas con cobertura, pero sin baño interior. Son sólo fachadas que parecen pero que no son. Dios te desafía ahora a que vivas un cristianismo integro. Que desde lo profundo de tu corazón pueda verse el baño de la unción divina que modifica actitudes, conductas y personalidades. Viví un cristianismo íntegro.
REFLEXIÓN – Tenés que serlo y también parecerlo.

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