9 de Enero – Demostración
“Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más? Supongo que aquel a quien más le perdonó, contestó Simón. Has juzgado bien, le dijo Jesús.” Lucas 7:42-3 (NVI)
Demostración
Jesucristo había sido invitado a una cena importante. Simón, un fariseo de renombre lo había invitado a su casa a pasar una velada agradable y con buena compañía. Si bien la cena era íntima y con invitación exclusiva, la costumbre de Palestina era comer en el patio de la casa donde tenía libre acceso los visitantes. Se comía en el piso, sobre almohadones, apoyado sobre el codo izquierdo y con las piernas extendidas hacia fuera de la mesa.
Estaban comiendo y conversando cuando una mujer que era prostituta, entró al patio, se arrodilló a los pies de Cristo y comenzó a limpiar los pies del Maestro con sus lágrimas (no había zapatillas y las personas usaban sandalias. El polvo del camino se pegaba al pie y lo dejaba muy sucio), lo enjugaba con su cabello y los ungió con perfume. Una situación muy atípica que despertó la crítica silenciosa del fariseo. A Simón le parecía impropio que una mujer de esa calaña estuviera tocando los pies del Maestro. Pero disimuló y no dijo nada.
Jesucristo sabiendo los pensamientos de todos (porque es Dios y todo lo sabe), relató la historia del hombre que le perdonó sus deudas a dos trabajadores. Uno debía 500 denarios y el otro 50. Ninguno podía pagar y ambos fueron eximidos. ¿Quién amará más al perdonador?, le preguntó Jesús a Simón. Y Simón, respondió correctamente.
Con la respuesta del fariseo, Cristo aplica la enseñanza. Llegó a la cena y nadie le limpió los pies, ni le dieron beso de bienvenida. Pero esta mujer sin nombre, no solo los limpió con sus lágrimas y los llenó de besos, sino que además los perfumó con su perfume. Simón no amaba demasiado, porque se creía bueno y justo. Y como su comportamiento era a su criterio bastante bueno, pensaba que Dios no tenía mucho trabajo con su vida.
Esta mujer, por su profesión, por su conducta y por su historia había pecado mucho más, y sabiendo del perdón de Jesucristo, no le alcanzaban los gestos para demostrar cuan agradecida estaba por su perdón inmerecido.
Vos también recibiste el perdón de Dios. Enorme perdón que limpió todos tus pecados. ¿Cómo le demostrás tu agradecimiento a Jesucristo?
REFLEXIÓN – No hagas la “Gran Simón”.
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