10 de septiembre – Niño
“Pero Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.” Mateo 19:14 (RVR)
Connie debería estar celosa o enojada. Desde que nació vive acompañando a Juampi. Tenía solo 20 días de vida y Miriam la llevaba a las terapias con Juampi. Era desgastante para Miri llevar a ambos. Y cansador para Connie siendo tan chiquita. Todos los días los tres salían a las terapias.
Durante casi cuatros años la vida de Connie transcurrió arriba del auto acompañando a Juampi para su rehabilitación. Sabemos que no fue lo mejor, pero no había otra opción. Ser la hermana de un chico discapacitado no debe ser fácil. Juampi demanda mucha atención y en forma permanente. Intentamos darle a cada uno su espacio, su tiempo, y la atención que esperan. Pero se aplica más tiempo a quien más lo necesita.
Lejos de generarle rencor, amargura o resentimiento, Connie es una fuente de ternura, comprensión y alegría. Y ahora que entiende las consignas, a pesar de su corta edad, es generosamente amante y cuidadosa.
Juampi fue a un cumpleaños un mes después de la operación. Estaba algo nervioso y sensible. Miri llevó a ambos. Y Connie estuvo toda la tarde paradita al lado de la silla de su hermano vigilando si necesitaba algo. Cuando movíamos a Juampi y lloraba por los efectos de la operación, Connie se acercaba y le acariciaba con dulzura la cabeza. Si Juampi pedía algún juguete o algo para tomar, Connie salía corriendo para darle a su hermano lo que necesitaba.
Nos maravilla y sorprende la capacidad de amor de Connie para su hermano. Mucho tiene que ver la enseñanza y el amor que su madre le dio durante sus primeros años de vida, que la marcaron tan positivamente.
Por algo Jesucristo decía que el Reino de los Cielos es de los niños. Porque actúan sin rencor, sin odio, sin condiciones. En Connie vemos a Dios actuando, con amor, con caricias, con atención, con cuidados.
¡Qué lejos estamos los adultos de estar cerca de este ideal de Dios! Perdimos la inocencia y la generosidad, la capacidad de sorpresa y la creatividad. ¡Si fuéramos más como Connie..! Seguramente nuestras relaciones estarían mucho más enteras. Es cierto que a veces es mejor evitar a cierta gente tóxica. Pero en líneas generales, deberíamos actuar como niños.
REFLEXIÓN – Sé como un niño.
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