12 de Abril – Alzar

“En el año treinta y siete de la cautividad de Joacín, rey de Judá, en el mes doceno a los veinte y cinco del mes, Evilmerodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reino, alzo la cabeza de Joacín, rey de Judá, y le saco de la casa de la cárcel.” Jeremías 52:31
Alzar
Joacín fue rey de Judá por tres meses. Derrotado, fue llevado prisionero a Babilonia donde fue encarcelado. Hasta que fue coronado como rey, tuvo un pasar muy bueno. Ser príncipe le daba muchos privilegios, comodidades y placeres. Y cuando fue rey, pudo disfrutar de todo ello mucho más. Pero le duró poco.
Paso la mitad de su vida, preso en una cárcel sucia y oscura en Babilonia, muy lejos de las comodidades y privilegios del palacio. Fueron treinta y siete largos años de comida escasa y sucia, sin baños, sin abrigo, sin luz del sol, sin compañía, sin ropa, sin esperanza, sin una cama con almohada, con ratas, cucarachas, mosquitos, alimañas y excrementos.
Hasta que un día, lo vienen a buscar. Seguramente, lo primero que pensó Joacín era que lo venían a matar. Ya conocía todos los secretos de la cárcel, los movimientos y las rutinas. Esto era algo especial, algo que nunca antes había pasado. Y estaba asustado.
Pero el guardia que entro en su pequeño calabozo, lo saco con amabilidad, lo llevo al palacio donde sirvientes lo bañaron, le cortaron el pelo, le dieron comida sana, lo vistieron con ropa decorosa y digna, y cuando estuvo preparado y limpio, le avisaron que iba a ser llevado delante del rey de Babilonia.
Joacín quedó impresionado la gloria de su trono. Después de tantos de oscuridad y mugre, quedó sorprendido por el despliegue de poder y belleza que había en torno al rey, quien le dijo que a partir de ese momento, Joacín iba a ser un invitado permanente a su mesa, que iba a vestir ropa digna y que no volvería más a la cárcel.
¡Imaginate la alegría de este hombre ya viejo! No habrá tenido palabras de agradecimiento suficientes para expresarle a este rey todo lo que sentía. Después de tantos años de sufrimientos y privaciones, ahora podia disfrutar de tranquilidad y placer. ¿Vos qué hubieras hecho? ¿Cómo hubieras reaccionado?
Esto fue lo que hizo Dios con vos y conmigo. Alzo tu cabeza, y de dio la dignidad del hijo de Dios.
REFLEXIÓN – Dios te da la gloria del Cielo.

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