13 de Enero – Terremoto
“Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes. Todo esto será apenas el comienzo de los dolores.” Mateo 24:7-8 (NVI)
Terremoto
Hubo en enero del 2010 una tragedia en Haití: Un terremoto destruyó la ciudad. Un diario decía: Los mismos sobrevivientes son los que encabezan los rescates entre los edificios y casas destrozadas por el terrible terremoto, que habría dejado hasta 100 mil muertos. Comenzó llegar hoy ayuda a Puerto Príncipe, pero la ONU afirmó que los aviones aterrizan “a ojo” porque la torre de control sigue sin estar operativa.
El terremoto alcanzó una intensidad de 7.3 grados, según la escala de Richter. Tuvo varias réplicas. Algunos informes indican que produjo hasta 30 movimientos o remezones menores. La ciudad es muerte. Una parte de Haití se destruyó, afirmó Haiti Press Network, de los pocos portales que actualizaba información pues las telecomunicaciones colapsaron. Todos los hospitales estaban abarrotados con gente, pero en algunos no había médicos. El sitio web de Radio Metropole señaló: Los haitianos apilan cadáveres en calles devastadas y otros buscan sobrevivientes y muertos entre ruinas.
Haití es uno de los países más pobres de Latinoamérica. Está siendo azolado por el hambre desde hace tiempo. Y no sufría un cataclismo de esta naturaleza desde hacía 60 años. Un terremoto más que azota el planeta. Y su consecuencia de muerte, mutilación, dolor, heridas, pérdidas y destrozos. Sucedió en Asía, sucede en Latinoamérica. Son señales inequívocas del fin. Cristo ya lo había anticipado. Habrá terremotos por todas partes. Y la violencia de estos será cada vez mayor.
El fin se acerca, el tiempo se acorta, las señales son evidentes. Dios está avisando que falta poco para el último juicio. Y frente al dolor y la angustia que se manifiesta, ¿qué estamos haciendo? Tal vez desde Argentina, no se pueda percibir el terrible sufrimiento de las personas en Puerto Príncipe. Pero la realidad es la misma. Todos nos acercamos al final. Y tenemos que estar preparados.
Dios nos recuerda que la única salvación posible sigue siendo la cruz de Cristo y aceptar el regalo del perdón de Dios. Callar esta noticia, es tan grave como no distribuir la ayuda comunitaria que llega hoy a Haití. ¿Dejarías a un herido por el terremoto sin ayuda? ¿Dejarías que alguien se vaya al infierno sin avisarle como evitarlo?
REFLEXIÓN – Que la noticia te sacuda, para empezar a actuar.
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