15 de febrero – Embajador

La carrera de cónsul o de embajador es muy exclusiva. No está al alcance de la mayoría de la población del país, porque es un cargo extremadamente sensible. Cada embajada es territorio nacional en otro país. En ese lugar, las reglas y leyes que imperan son las del país que representa, no las del país en que se encuentra ubicada físicamente. El embajador es el principal responsable en la embajada.
Es el representante, la cara visible en el exterior del país que lo delegó. Muy pocas personas pueden conocer a la Argentina en Tailandia. El embajador argentino en Tailandia es lo que los tailandeses conocen de nuestro país. Por eso, no puede tener ni un desliz. Se espera de él que tenga una conducta intachable, porque está representando al país.
Lamentablemente, algunas veces los embajadores son noticia justamente por lo contrario. Algún hecho de corrupción, algún exceso, algún problema político son siempre noticias que aparecen relacionadas con los consulados en el mundo. Pero nunca se halla una noticia que ponga de manifiesto lo buen embajador que es aquel que se comporta como debe. No hay titulares comentando la buena conducta del embajador argentino en Zimbawe. Las malas noticias son las que venden.
En el reino espiritual sucede lo mismo. Se espera de vos y de mi que seamos intachables. Vos y yo somos embajadores de Cristo, los representantes del Reino de Dios en la tierra. Nadie jamás vio a Dios, ni tampoco conoce lo que es el cielo. Lo único que los mortales de la tierra pueden ver es a vos y a mí. Todo lo que la humanidad puede conocer de Dios, lo debe ver en sus embajadores. ¡Qué terrible responsabilidad que tenemos!
Lamentablemente, en el reino espiritual padecemos el mismo mal: no hay publicidad para aquellos embajadores de Cristo que trabajan bien y son eficientes en el cargo. Pero por todos lados escuchamos los reclamos y las quejas de las personas que conocen a cristianos cuyas vidas son lamentables y que se transforman en el blanco de las censuras y de las críticas por causa de sus pecados.
La mejor manera de remediar este problema, es que nosotros les mostremos que somos eficientes embajadores de Cristo y que lo representamos con perfecta precisión. Comportarnos de tal manera que puedan vernos como un espejo de Jesucristo en nuestros actos, palabras y pensamientos. ¿Pueden decir esto de vos?
REFLEXIÓN – Sos un embajador de Dios.

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