22 de Noviembre – Consumado
«Y exclamó a gran voz: Consumado es.» Juan 19:30
Consumado
Visto con ojos de ser humano, los eventos de la cruz son patéticos. Se puede ver a un hombre enjuiciado injustamente, que es condenado a muerte por una causa que no existe. Resulta incomprensible entender como se pudo vulnerar la justicia y la pax romana con un juicio tan endeble. Para completar el horror, lo castigan con extremada brutalidad solo para divertirse. Roma no solía hacer esto, excepto para aquellos que se amotinaban y rebelaban contra su poder.
No era el caso de este carpintero sin ejército. Finalmente lo cuelgan clavándolo de la cruz. Lo que se escuchaba desde las cruces, no eran precisamente palabras bonitas. Cada condenado que Roma enviaba a la cruz morían siempre maldiciendo. Al menos los que tenían fuerzas para hablar.
Cuando uno ve a Jesucristo en la cruz, totalmente desgarrado por los látigos, ya sin fuerzas, desfalleciendo y pidiendo agua porque tenía sed, es la imagen más lejana de la victoria. Parece que finalmente, había sido derrotado.
Durante dos años, los fariseos habían buscado la manera de terminar con este maestro milagrero, y parecía que en el gólgota, habían vencido. Cristo está muriendo, el dolor es inmenso, la fatiga total, ya no queda tiempo. La muerte golpea la puerta, pero Jesucristo no la deja pasar.
Éltenía poder para poner su vida y para volverla a tomar, nadie se la podía sacar, Él la daba porque y cuando quería. Por eso grito su triunfo: Consumado es. Había acabado la tarea, había terminado su misión con éxito. No lo habían podido derrotar, Él había culminado victorioso su trabajo. No fue un fracaso, ni mucho menos. El grito en la cruz, fue el grito de victoria.
No fue un suspiro, ni una queja la última frase de Cristo en la cruz. Fue el grito desafiante al último enemigo. Estaba venciendo a la muerte con su muerte. El decidía cuando, nadie le podía arrebatar la vida, al autor de la Vida.
Jesucristo en la cruz venció a todo y a todos, y nos hace parte de su victoria. Que sus sufrimientos y su triunfo, valgan la pena, que no sean minimizados o desmerecidos por tu actitud. Está todo consumado, su parte del trabajo ya está plenamente cumplida. Ahora solo falta la nuestra.
REFLEXIÓN – No te consumas sin Jesús.
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