23 de Noviembre – Compensación

“Aquella persona confesará el pecado que cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta parte, y lo dará a aquel contra quien pecó.” Números 5:7
Compensación
En la contabilidad hay una ley que compensa saldos. Si en una misma cuenta, hay importes que suman y que restan, se pueden compensar. Es decir, anulan su impacto en la cuenta contable, y desaparecen. Uno sustituye el efecto del otro y neutralizan su impacto en la contabilidad. Es el principio de compensación.
Dios les deja una serie de normas que regulaban todos sus ambientes. Había normas religiosas, para que supieran como comportarse correctamente en relación con la religión. Había normas sociales, para que supieran como comportarse correctamente en medio de una sociedad. Había normas de familia, para que supieran como comportarse correctamente en medio de una familia.
Dios fue muy claro, para que ningún israelita pudiera tener excusas de cómo comportarse. Dentro de estas muchas leyes que les dejó, figura, este principio de la compensación. En caso de cometerse algún delito, el delincuente deberá compensar enteramente por el daño provocado y además añadir un adicional por el mal provocado. Hoy se llama a esto, una compensación por daños y perjuicios.
La idea de Dios, era que quien sufría de un abuso, recuperara lo que había perdido, y recibiera un quinto más de esos bienes, para compensar la pérdida y los problemas sufridos. La ley de la compensación, era muy útil para los delitos comunes, porque generalmente, se roba bienes materiales, que son fácilmente cuantificables. Si alguien robaba un buey de determinada edad, tenía que devolver un buey similar de la misma edad, y además un pequeño novillo.
Dios no ha cambiado a lo largo del tiempo y sigue deseando que nadie sufra por los abusos de terceros. Sin embargo, se perdió este concepto de la compensación divina. Hoy ni siquiera confesamos nuestros pecados. Nos creemos impunes. No sabemos pedir perdón. Tal vez no robemos un buey, pero ofendemos, agredimos, insultamos y criticamos.
Pero de estos delitos, nunca nos arrepentimos. Y si no pedimos perdón, mucho menos pensamos en compensar al ofendido, agredido, insultado o criticado por el mal que le causamos. Y lo que es más grave, no se puede cuantificar el dolor provocado por estos delitos. Si ofendiste a alguien, tené la dignidad de pedir perdón y compensá de alguna manera, el dolor causado.
REFLEXIÓN – Recuperá el principio de la compensación.

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