27 de Julio – Éxito


“Y puso David una guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, sometidos a tributo, pues Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba.” 1  Crónicas 18:6
Éxito
Todos queremos ser un ganador. Nadie quiere ser el último de la cola, el eterno perdedor, el hazme reír del barrio. Todos aspiramos a ser como el muchacho de los avisos publicitarios, que todo le sale bien. Todos queremos ser el héroe de la película. Nadie quiere ser un fracasado. A nadie le gusta ser el segundo, y mucho menos el último en ninguna competencia.
David es un típico ejemplo de un hombre ganador. Lograba sus objetivos, alcanzaba las metas que se proponía. Siempre quedaba bien parado. Los sirios eran enemigos muy poderosos. Sin embargo, fueron vencidos por este hombre. No había lugar para los fracasos en el ejército de David.
Pero más allá de la victoria militar de David, hay un secreto escondido para lograr esta cualidad tan deseada. No cualquiera puede ser un ganador. Pero debemos tener cuidado al pensar cuál es la idea de ganador que deseamos ser. No es la imagen que nos vende la TV, ni el cine. El exitoso para Dios está muy lejos de eso.
La verdadera imagen de un ganador se logra teniendo comunión con Dios. David lograba sus grandes victorias porque Jehová estaba con él. Era un buen soldado, pero necesitaba la ayuda incondicional de Dios. Su éxito dependía de la bondad de Dios, no de sus fuerzas.
Hoy es muy fuerte la presión que ejerce la sociedad para que tomemos la forma que quiere imponernos. Los compañeros del colegio, la radio, la TV, todos intentan plasmar en tu cerebro que la imagen del exitoso es una persona que hace lo que sus sentidos le indican, y que por lo general, está lejos de Dios.
Incluso se intenta pintar al cristiano de débil, mediocre y limitado. Nada tan opuesto a la realidad. Quien está cerca de Dios es un exitoso. No hay victoria duradera, lejos de la comunión de Dios. No midas el éxito con los ojos humanos ni con los parámetros materiales de esta sociedad. Medilo siempre con la dinámica de Dios.
Solo una vida de santidad y dependencia de Dios garantiza el éxito. Los grandes hombres son los que se humillan delante de Dios.
REFLEXIÓN – El éxito comienza con la humillación.

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