27 de Mayo – Fe


No piense, pues, quien tal haga [el que duda], que recibirá cosa alguna del Señor.” Santiago 1:7
Fe
Los cristianos utilizamos generalmente el recurso de la oración como la goma de auxilio del auto. Seguramente no es así con todos, pero la gran mayoría caemos en este error. Frente a una necesidad puntual, llegamos a las puertas del cielo con nuestro pedido (que para nosotros es urgente e impostergable) y esperamos que Dios responda con la velocidad que deseamos.
En nuestra desesperación creemos que por la intensidad del pedido o por la repetición, o por las promesas que le hacemos a Dios si nos concede lo pedido, vamos a recibir lo que deseamos. Pero nos olvidamos de un requisito divino indispensable.
El Espíritu me ha estado poniendo muy en claro que todas mis oraciones son totalmente en vano a no ser que ore en fe. Yo puedo llorar, ayunar, interceder, agonizar y afanarme en oración, y no hacer ningún impacto en el Señor, a no ser que haga todo esto con una fe simple como la de un niño.
Sin fe Dios no actuará en nuestro beneficio. El Señor nos manda a confiar en Él. Muy a menudo tenemos poca confianza en Él y limitada fe en su buena disposición y deseo de contestar el clamor de nuestro corazón. Cuando lleguemos al cielo estaremos asombrados de descubrir todas las bendiciones, la paz y el poder que teníamos a nuestra disposición pero de las que no llegamos a apropiarnos por nuestra débil fe.
Hoy en día el concepto de confianza parece devaluado y pasado de moda, pero para Dios es básico. Lo terrible es que no podemos engañarlo. Dios conoce el interior de nuestro corazón, sabe nuestras intenciones y ve nuestra vida como un permanente presente. No hay nada que podamos ocultar frente a sus ojos. Por eso es tan importante hacer un alto y analizar cómo estamos.
La Biblia es bien clara cuando define el origen de la fe: viene por el oír la Palabra de Dios. Si hoy estás dudando de Dios, si no pedís con confianza, si te falta oración, la culpa es exclusivamente tuya. Dios te recomienda que vuelvas a leer la Biblia con avidez para recuperar tu conocimiento divino y tu fe.
Dios nos desafía a aumentar nuestra fe. Pedile al Señor que perdone tu incredulidad y que llene tu alma con confianza. Volvé al motor de la fe: la Biblia, y comenzá a orar con poder.
REFLEXIÓN – Vas a recibir.

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