27 de Octubre – Tarea
“Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un hombre de la tierra de Benjamín, al cual ungirás como príncipe sobre mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo de manos de los filisteos; porque yo he visto la aflicción de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta mí.” 1 Samuel 9:16 (NVI)
Tarea
Los israelitas estaban sufriendo mucho en manos de los filisteos. Necesitaban un hombre fuerte que los liberara. Era una situación repetida para ellos. Desobedecían a Dios, y adoraban a los ídolos vecinos. Todo el tiempo alternando entre dos caminos. Parecían un péndulo de reloj. Jamás podían permanecer fieles a Dios. Había un gen de infidelidad en su ser.
Dios los abandonaba por sus faltas y castigaba su pecado enviando algún pueblo vecino que les hiciera la guerra (como los filisteos en este caso) y después de estar un tiempo sometidos, los israelitas se acordaban de Dios y se arrepentían. En ese momento, Dios escucha su oración y envía la salvación. No siempre era inmediata, pero siempre llegaba.
Una vez más se repite la historia, y Dios levanta a Saúl, un joven de la tribu e Benjamín, para liberar a su pueblo. Dios siempre escucha, aunque las circunstancias que nos rodean parezcan incontrolables, y que todo sea un desquicio, aunque parezca que no hay solución aparente y que nada puede arreglarse. Cuando pienses que todo está perdido, que se derrumban tus esperanzas, Dios siempre tiene el control.
Esperar en Dios no es fácil. Debemos esperar, aunque falte Su respuesta, debemos confiar en su Providencia. Dios tiene el control. Nada escapa de su mirada. Dios todo lo sabe. Si te encontrás como aquel israelita, rodeado de filisteos, sin armas, sin esperanza, sin fuerzas, solo y desesperado, recordá lo que Dios le dijo a Samuel: “la solución a tu problema va a llegar, porque escuché tu necesidad”. Dios no está lejos de ti, todo lo contrario, está muy cerca.
No sabemos cuándo llegará la respuesta, Dios tiene sus tiempos, y aunque sea difícil de aceptar, los tiempos de Dios tienen sus razones. No te desesperes, Dios sabe de tu dolor, te conoce mejor que vos mismo. Él sabe qué es lo mejor para tu vida, y tiene la solución lista para enviarla en el momento oportuno. Cuando el clamor es muy fuerte, Dios siempre está cerca.
REFLEXIÓN – Dios siempre tiene un plan.
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