28 de Abril – Sal


Buena es la sal, pero si la sal se hace insípida, ¿con qué se sazonará?” Lucas 14:34
Sal
Jesucristo nos planteó un dilema hace 2000 años que es de extrema actualidad hoy. Nos pide que tengamos sabor, que seamos la sal del mundo, que les demos gracia a las personas que nos rodean, que marquemos una diferencia.
Hoy estamos acostumbrados a ver cristianos serios que no tienen la capacidad de sonreír (creen que sonreír o divertirse está mal), ni de disfrutar, ni de alegrarse. Están tan agobiados por las formas que se olvidan de la vida plena y abundante que Jesucristo está dispuesto a darles. Son cristianos que marcan una diferencia pero para mal, ya que no dan ganas de imitarlos.
También vemos cristianos contagiados (viven como los que no son cristianos) que copian las costumbres, los vicios y los pensamientos de los que no son cristianos. Incluso viven una doble vida siendo de una forma en la iglesia y de otra afuera. Son cristianos aparentemente muy divertidos, pero que no marcan la diferencia. Viven según los parámetros del mundo, lejos de Dios, aunque de labios digan que están cerca. Y tampoco son ejemplo para imitar.
Gracias a Dios, también están los salados. Son los cristianos que tienen ese sabor especial que Jesucristo desea. Son cristianos agradables y flexibles pero con convicciones firmes, divertidos pero sabiendo los límites, simpáticos pero respetuosos, informados y educados pero sin soberbia, que tienen conciencia del cielo pero con los pies en la tierra, que pueden ayudar sin dar limosnas, que saben escuchar pero también hablar a tiempo. Personas con los que da gusto estar. Cristianos que marcan la diferencia, que son ejemplo. Son distintos y santos en medio del pecado, cristianos que da gusto poder imitar. No viven alejados de las personas, viven en medio de ellas siendo distintos.
Jesucristo mismo nos dio el ejemplo. Estuvo rodeado de todo tipo de personas: religiosos, políticos, trabajadores, prostitutas, ladrones, mendigos, enfermos, ricos, insignificantes; y para todos tenía la palabra justa, la sonrisa franca, el gesto amable, la mirada limpia, el oído dispuesto. Él desea que imitemos su ejemplo. Ser cristiano es un privilegio enorme y glorioso. Es una vida que vale la pena vivirla bien, con sabor, con gracia, con sal.
REFLEXIÓN – Ponele sal a tu vida para ser el condimento de esta sociedad.

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