29 de agosto – Añejo
“Y Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que lo dirigió el sacerdote Joiada.” 2 Reyes 12:2 (RVR)
Vivimos en una sociedad que margina a los ancianos. Los abuelos no tienen lugar. Es cierto que a veces repiten mucho cada concepto, pero deberíamos respetar su experiencia. Ya no se escucha a los ancianos, y no se sabe apreciar sus consejos. Porque aunque parezca que están pasados de moda, y que vivieron en otra realidad, su opinión de la vida, sobre la base de la Biblia, sigue siendo actual y vigente.
Esto mismo pudo experimentarlo Joás. Era sólo un niño y tenía que ser rey. Sólo tenía ocho años y no sabía en quién confiar. Su propia abuela había matado a todos sus hermanos y él había sido escondido, tan sólo por eso había permanecido vivo.
En medio de tanta duda, Joiada siempre era un peñón de seguridad. Su persona y sus consejos fueron de gran utilidad para el joven rey. Le enseñó el consejo de Dios, y eso le sirvió para ser un rey ejemplar. Y aunque la diferencia de edad era mucha, y habían vivido situaciones muy distintas, la influencia del anciano fue fundamental en su vida.
Hoy también tenemos la enorme bendición de tener ancianos que pueden aconsejarnos. No creas que la fuerza de la juventud puede reemplazar todo.
Y el consejo de un hombre mayor siempre es necesario. Aunque te parezca que no sirve, y que lo que dice no tiene sentido. Aunque sea totalmente contrario a tu deseo o pensamiento, el consejo del anciano tiene la seguridad de haber vivido y la sabiduría de la experiencia.
La Biblia dice que el rey Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que lo dirigió el sacerdote Joiada. Cuando murió el sacerdote, otros tomaron su lugar, y aconsejaron al rey. Y a pesar de haber sido bien educado en los caminos de Dios, los malos consejeros, hicieron desviar el buen paso de Joás.
El fin de Joás fue trágico, pagó tributo al rey de Siria, Hazael, y murió asesinado bajo conspiración de sus siervos. ¡Qué tragedia! Debería haber seguido los buenos consejos de Joiada. No desprecies los buenos consejos de los mayores. Tienen más experiencia, porque vivieron más tiempo.
REFLEXIÓN — Hay consejos añejos muy buenos.
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