29 de Agosto – Mulo


No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti.”  Salmos 32:9 (NVI)
Mulo
La mula o mulo es un animal híbrido estéril que resulta del cruce entre una yegua (Equus ferus caballus) y un burro o asno (Equus africanus asinus). Comparte algunas características con los burdéganos (resultantes del cruce entre un caballo y una burra o asna), pero difiere en otras debido a ciertos genes, que varían su efecto en función de si se reciben de la madre o del padre. El término mulo proviene del latín mulus y originalmente era usado para referirse a cualquier descendiente de dos especies diferentes. Una mula es generalmente más grande, fuerte y fácil de criar que un burdégano, por lo que ha sido el preferido por los criadores.
Leo este texto desde que soy joven y siempre me llamó la atención porque el salmista habla del mulo. Así que busqué en Google el término y apareció esta definición. Un hibrido es el producto del cruce de dos organismos de razas, especies o subespecies distintas, o de alguna o más cualidades diferentes.
Es decir que un mulo es la combinación de dos especies distintas que generan una nueva especie, con deficiencias. Por ejemplo, son estériles, no pueden reproducirse.  Puede que sirva par hacer fuerza, pero este invento de cruzas tiene defectos innatos. Por eso es que Dios nos recomienda que no seamos como el mulo. No mezclemos las naturalezas ni los genes. Porque la mezcla nos hace estériles. Si cruzamos la naturaleza carnal con la naturaleza espiritual y nuestra alma tiene una mezcla de ambas, nos convertimos en un mulo, en un híbrido sin definición. Una mezcla que no dice nada. De esa forma no somos lo que Dios espera, ni somos un ser diferente y santo. Nos cuesta dominar nuestro instinto y debemos hacerlo por la fuerza. Al igual que con el caballo que se domina con el freno en la boca, que duele, los híbridos espirituales tienen que ser encarrillados por la fuerza y finalmente se cansan. Dios no quiere mezclas.
Dios espera que seamos puros y santos, que nuestra naturaleza sea espiritual, que le obedezcamos y vivamos en santidad como Él quiere. No quiere domarnos con la fuerzas del freno, sino seducirnos con su Amor. Pero a veces somos tan cabezas duras, que nos empacamos como un mulo. Deberíamos ser razonables y mejorar espiritualmente.
REFLEXIÓN – No seas como el mulo.

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