3 de Julio – Arrepentimiento


Porque tú lo hiciste en secreto; pero yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová…” 2 Samuel 12:12-13ª (NVI)
Arrepentimiento 
Hubo muchos pecados que quedaron registrados en la Biblia, pero el de David con Betsabé y Urías es sin dudas uno de los peores. Adulteró tomando la mujer de otro, y para tenerla legalmente envió a decir en secreto al Jefe del Ejército que ponga al esposo en la primera línea de batalla y que lo dejen solo. En lo más duro del combate, dejaron solo a un solado fiel y valeroso.
David cometió adulterio y asesinato y no se daba cuenta de la gravedad de sus actos. Hasta que el profeta Natán le cuenta una historial. La sentencia de David no se dejó esperar. El malvado de la historia merece morir por ese acto tan vil. Le fue muy fácil ver el error en esa historia inventada. Y se auto condenó.
Natán entonces, le dijo: “Tú eres ese hombre”. Y le contó la sentencia divina por su pecado. Su propia familia iba a estar en conflictos, y el pecado secreto de adulterio lo pagaría con pecados públicos de sus amantes a la luz del día. Además, el niño nacido en pecado moriría.
Frente a tal situación, David escribe el Salmo 51, en un sincero arrepentimiento. Cometió un pecado terrible, y su arrepentimiento no le devolvió la vida a Urías, ni al hijo que nació de Betsabé. Pero fue suficiente para lograr el perdón de Dios. No hay falta, por grave y terrible que sea, que Dios no pueda perdonar.
El perdón de Dios es inmenso, pero tiene una condición. Es necesario reconocer el pecado, y arrepentirse. Arrepentirse implica cambiar radicalmente. Es dejar la conducta y actuar distinto. Si antes mentía, ya no miento más, si antes robaba, ya no robo más.
Lo grave del pecado es que aunque parece placentero en un momento, al final siempre tiene consecuencias terribles. El pecado siempre paga. Para solucionarlo es necesario ser honesto con Dios.
Es tiempo de mirar para adentro y revisar la propia conducta. Dios espera una vida santa, y merece respeto. Él desea tu integridad. Si estás en falta, no pierdas más tiempo. El perdón de Dios está disponible.
 REFLEXIÓN – El arrepentimiento es la llave que mueve el perdón de Dios.

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