30 de marzo – Enjugar

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” Apocalipsis 21:4 (RVR)
Juampi es un ser en extremo especial. Arrastramos con Miri algunos meses de varias tristezas que nos pesan. Intentamos proseguir con la vida tratando que no nos afecte, pero a veces se hace muy difícil. Y cuando tenemos esos momentos de suma congoja, Juampi que se da cuenta de todo y es más piola que todos nosotros juntos, sabiendo que estamos apenados, nos llama y nos dice: Papi o Mami, te amo mucho. Y nos abraza con fuerza.
Dios utiliza a mi pequeño hijo para consolar mi cansado corazón. No importa cuán profunda sea la aflicción, el abrazo y las caricias de Juampi curan todo dolor. Cuando Stefi me pasó este texto, que reconfortó mi alma, me acordé de Juampi, quien con su generosidad a toda prueba, siempre está dispuesto a enjugar las lágrimas de sus papis, y a consolar corazones tristes con la frescura de su persona y el amor que le emana por todos sus poros.
Pero Dios es mejor que Juampi, porque no cambia. Cuesta verlo así hoy, cuando hay demasiadas lágrimas en los ojos. Pero Dios sigue siendo bueno y consolador. Y nos prometió invitarnos a un lugar donde ya no existe más el sufrimiento, ni el dolor, ni las lágrimas, ni las pérdidas. Cuando lleguemos allí, creo yo que Dios me va a acunar en sus poderosos y tiernos brazos, y va a enjugar cada una de las pesadas lágrimas que derramé cuando estaba en la tierra.
Y con voz muy suave, mientras acaricia mi cabeza, me va a recordar lo mucho que me ama. Además, va a curar todas las heridas que hoy el dolor está causando en mi corazón. Lamentablemente, mientras estemos en esta tierra, estamos condenados a sufrir. Puede ser que por algún tiempo lo pasemos bien, pero a la corta o a la larga, la angustia y el dolor siempre golpean la puerta de nuestra casa.
Para cuando lo hagan, recordá el texto que hoy me dedicó Stefi. Dios va a enjugar todas tus lágrimas, va a curar todos tus golpes y va a sanar todas tus heridas. Y cuando estemos en Su Casa permanentemente, nos sanará por completo. Dios no cambia.
REFLEXIÓN – Dios tiene el pañuelo preparado para vos.

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