4 de octubre – Defensa

“A causa del poder del enemigo esperaré en ti, porque Dios es mi defensa.” Salmos 59:9 (RVR)
Hay un viejo dicho argentino que ironiza: “la mejor defensa es un buen ataque”, pero no siempre funciona. Una ciudad amurallada en la montaña era la mejor defensa en tiempos de guerra. Parece que en Creta tenían esta protección, y sus soldados estaban tan confiados que dejaron de hacer guardia. No había manera de vulnerar su seguridad. Los protegían los muros y el acantilado.
Pero una vez, sus enemigos escalaron un risco muy profundo, entraron en la ciudad, abrieron las puertas, y hubo una gran masacre. Sin guardias y desprevenidos, los cretenses descansaban despreocupados.
Aquello que creían que era su mejor defensa, no les sirvió. Les jugó en contra porque habían puesto su esperanza en el resguardo del muro y se descuidaron. No hay defensa contra el descuido. Hoy también, cada uno tiene su mejor manera de defenderse. Quizá los enemigos no sean soldados con espada y escudo. Pero son enemigos igual de peligrosos y de dañinos.
Quizá tu enemigo sea tu mal carácter, tu soledad, tu tristeza, tu falta de trabajo, tu inseguridad, el hambre, la pobreza, las injusticias, tu necesidad de conseguir pareja, una enfermedad, tu depresión, las peleas en tu casa, los compañeros de estudio, las vecinas del barrio, la economía, la incomprensión de los otros, la imposibilidad de progresar. Y contra cada uno de estos conflictos, uno siempre debería elaborar una sólida y fuerte defensa.
Pero nos pasa como a los cretenses. Al final, nuestra defensa fracasa por descuido. Y el salmista nos dejó su experiencia, recordándonos que no importa cuan grande o poderoso es tu enemigo, cuan complicado o difícil es tu problema, siempre tu mejor defensa es Dios.
Él tiene el recurso justo para solucionar los inconvenientes, la fuerza para salir de los problemas, la tranquilidad para enfrentar las dificultades. Cuando estás lleno de dudas, Dios es la garantía de confianza. En un mundo lleno de agresiones y problemas, solo Dios te puede dar seguridad.
Él es la base para edificar tu muralla protectora, tu cerco de contención, tu refugio de paz y quietud. Es tu bunker de seguridad, tu lugar de reposo. Es escudo a tu alrededor, refugio en la tormenta. Él es la Roca firme que no cambia. No busques otro lugar para conseguir seguridad. Dios es suficiente.
REFLEXIÓN — Sin Dios, la defensa es indefensa.

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