5 de diciembre – Mirada

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida, (…) eso os anunciamos.” 1 Juan 1: 1, 3 (RVR)
Hay veces que uno mira sin ver. Tenemos los ojos enfocados en alguien, pero en realidad, no lo estamos mirando. No prestamos atención. Es cuando pasamos por al lado de alguien y no lo vemos, estamos con la mente en otro lado y no nos damos cuenta.
Eso es lo que Juan quiere clarificarnos en este texto. Nos cuenta sobre lo que vio con sus ojos, y lo que contemplo. Parece que repite sin sentido la misma idea, que redunda con sus palabras. Juan usa dos palabras para mirar. La primera es equivalente a “ver”, que implica una mirada rápida, sin atención. Como cuando miramos una multitud, no nos detenemos en los detalles, vemos el grupo superficialmente. La otra palabra que usa es “contemplar”. Ésta implica observar. Es la mirada que tiene un médico para revisar una herida, o la mirada de un botánico cuando examina una flor. Es la mirada detallista, minuciosa, que observa con cuidado cada elemento, y descubre los secretos que están ocultos para el observador apresurado.
Con esa mirada es que debemos ver a Cristo para poder disfrutarlo y amarlo. Pero vivimos tan urgidos por lo compromisos, que no tenemos tiempo. Hay demasiadas ocupaciones y responsabilidades: el trabajo, la iglesia, la familia, los amigos, el estudio, las salidas. En fin, un cúmulo de actividades que apenas nos dejan tiempo para atisbar a las apuradas un poco de su Preciosa Persona.
Hoy, Juan nos invita a detenernos y observar a Cristo. Ver su amor increíble y maravilloso, ver su mano extendida, su consuelo y dedicación personal. Ver la grandeza sublime de su humildad. Ver su fuerza y gloria al estar colgado de un madero maldito. Ver su divinidad al resucitar y darnos vida.
No te distraigas, destiná tiempo a contemplar a Cristo. Tiene muy buenos resultados, pero hace falta dedicarle un espacio en tu cotidianeidad. Es necesario que inviertas tiempo y esfuerzo para contemplarlo. Es la base para poder conocerlo y saber quién es, qué hace y lo bueno que es.
Si observás a Cristo, no vas a poder no enamorarte de Él. Es el Ser más maravilloso del universo, y a veces no reparamos en su grandeza. Que hoy puedas observar a Cristo, para amarlo aún más.
REFLEXIÓN — Una mirada detallista permite apreciar mucho mejor la belleza.
 

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