5 de Julio – Cambios
«…y seguiré siendo el mismo cuando sean viejos, cuando tengan canas, todavía los sostendré. Yo los hice, y seguiré cargando con ustedes, yo los sostendré y los salvare.» Isaías 46:4
Cambios
Todo cambia. Nada se mantiene igual. Cambiamos con el paso del tiempo. Eso es innegable. Aparecen algunas canas, nos cansamos más rápido y no aguantamos todo el partido, empezamos a perder el pelo, aparecen algunas arrugas. Cambian los gustos y los estilos musicales, cambian las comidas y las películas preferidas. Cambiamos los objetivos en el estudio, cambiamos de trabajo, cambiamos de forma de pensar. Todo cambia.
Así se sentían los israelitas en tiempos de Isaías. Su vida había cambiado, su ciudad había cambiado, su futuro había cambiado, sus costumbres habían cambiado, su familia había cambiado.
Ya no eran más libres, ahora eran esclavos. Ya no había ciudad de Jerusalén, ahora eran solo ruinas. Ya no tenían un proyecto de vida, ahora dependían de sus amos de turno. Ya no podían tener los mismos hábitos que antes, ahora dependían de las leyes de Babilonia. Ya no tenían la familia completa, muchos habían muerto.
Y frente a tantos cambios y tantos golpes, hay algo que Isaías les recuerda que permanece siempre igual. Dios no cambia. Dios sigue siendo el mismo siempre. Podremos estar más canosos, más arrugados, más cansados, más viejos, más angustiados, pero Dios sigue siendo el mismo siempre. El es quien nos sostiene y guarda, y El no se cansa.
No importa lo que pase alrededor, no importa cuantos problemas hayan, no importa cuan difícil sea el cambio que hay que afrontar, lo que siempre tendremos a nuestro alcance es el sostén de Dios. Se puede caer todo lo demás, se pueden caer las torres gemelas, se puede desmoronar tu familia, se puede cerrar la iglesia, se puede destruir tus amistades y aniquilar tus esperanzas, pero el sostén de Dios va a estar siempre.
Su mano poderosa, nunca se va a caer. El sigue amando, sosteniendo y salvando. Aun hoy, y en tu caso particular, hay algo que no cambia, Dios te sigue sosteniendo, aunque no puedas verlo.
Es un motivo de confianza y seguridad. Tu único sostén es siempre permanente, no cambia, esta siempre disponible. Cuando te amenacen el temor y el fracaso, cuando aparezcan las sombras de la duda y la preocupación, acordate que Dios te sostiene. El no cambia.
REFLEXIÓN – Te sostiene algo permanente, no te caigas.
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