6 de Agosto – Conectado
“Jehová, de mañana oirá mi voz, de mañana me presentaré delante de Ti, y esperaré.” Salmos 5:3 (NVI)
Conectado
Vivimos con el síndrome de la sordera. A pesar de estar tan conectados con todos los aparatos más sofisticados (tablet, celulares de última generación, etc.) no nos escuchamos. Estamos todos tan metidos en nuestros propios problemas que no tenemos la capacidad para escuchar a nadie más.
Dios no tiene las líneas ocupadas. Siempre hay una línea disponible para hablarle y que Él nos escuche. No importa a qué hora quieras hablar con Él, siempre está disponible. No importa si es temprano a la mañana, o al mediodía, o por la tarde, o incluso de trasnoche. Dios no hace horario de oficina. Él siempre escucha.
El salmista oraba de mañana, porque había una costumbre judía de orar por la mañana. Era la hora de la oración, y los judíos religiosos iban al templo a elevar sus plegarias. Pero cualquiera sea la hora en que uno desea hablar con Dios, hay una realidad que no cambia: Dios siempre escucha.
Molesta cuando a uno lo dejan colgado del teléfono esperando una comunicación. Y si tenemos que esperar mucho, nos enojamos aún más, y hasta llegamos a cortar la comunicación.
Lamentablemente, a veces hacemos lo mismo con Dios. Creemos que porque no hay una respuesta inmediata e instantánea, una respuesta a la medida de cada uno, Dios no escucha. Y como no escucha, tampoco responde. Y dejamos de orar.
No hay peor error que este, y es un error que solo nos perjudica a nosotros. Porque al dejar de orar cortamos nuestra comunicación con Dios. El salmista nos deja el secreto de la oración. Es un secreto doble. Tenemos que saber orar y también saber esperar, que es la parte más difícil. Cuando estamos pasando por un mal momento, estamos constantemente orando y suplicando a Dios por una solución, pero se hace muy difícil esperar.
Y cuanto más tiempo pasa sin aparente respuesta, tanto más impacientes nos ponemos.
David era un hombre que había aprendido a esperar. Él sabía que Dios siempre escucha y siempre responde. Dios no “cajonea” nuestro problema ni lo deja para más tarde. Dios tiene siempre la respuesta oportuna. Quizá no sea la respuesta que vos deseás, ni en el momento que vos querés. Pero es la respuesta de Dios. No te desesperes. No están las líneas cortadas. Dios te escucha.
REFLEXIÓN – Tenés línea directa con Dios.
Respuestas