7 de Noviembre – Solo
“…Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad de entre vosotros los dioses ajenos y a Astarot, dedicad vuestro corazón a Jehová y servidle sólo a él, y él os librará de manos de los filisteos. Entonces los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová.” 1 Samuel 7:3-4 (RVR)
Solo
Dios es un Dios celoso, que no admite compartir su lugar con ninguna otra cosa creada.
Samuel proclama que solamente Dios debe ser adorado y que deben arrepentirse de toda idolatría para ser librados de sus enemigos. El pueblo ya tenía una larga historia de infidelidad, y a pesar de haber escuchado a muchos jueces, todavía seguían adorando estatuas muertas.
Samuel llamó a todos a un genuino arrepentimiento, y a que se apartarán de la idolatría cananea. Los baales eran imágenes de Baal (“señor”), una de las grandes deidades semíticas de la fertilidad, y las Astarot eran réplicas de Astoret, diosa del amor sexual y de la fertilidad. Quizá los israelitas buscaban estos ídolos por la sensualidad que los rodeaba. A veces somos seducidos por lo que nos gusta, y nos alejamos de Dios.
Somos seducidos por cosas que son “aparentemente” más divertidas y agradables que las cosas que Dios ofrece. Puede ser que la enseñanza de la Biblia sea más aburrida que los ofrecimientos de tus amigos. Pero no se puede medir todo por el resultado presente. Los designios de Dios tienen eternidad, perduran para siempre. No se acaban con el fin de tu vida, son permanentes.
Por eso cuando el pueblo se arrepintió, Dios les dio una victoria absoluta, porque Dios es fiel. Siempre hay tiempo para arrepentirse. Dios nunca deshecha a nadie.
No importa cuán grave haya sido tu infidelidad, cuán lejos hayas estado de Dios, cuántas veces le hayas fallado, ni cuántos pecados hayas cometido. Dios siempre te espera y desea tu sincero arrepentimiento.
Ese es el primer paso para abrir las ventanas de los cielos y volver a tener comunión con Dios. Hay que sacar todo lo que ocupa Su Lugar y darle a Dios la prioridad en nuestras vidas. Él no desea compartir ese lugar con nada ni con nadie, es exclusiva propiedad de Él.
Darle a Dios el primer lugar es ser sabio. Él merece la exclusividad de tu corazón, de tus deseos, de tu tiempo, de tus pensamientos y de toda tu vida.
REFLEXIÓN – No hay lugar para Dios y otra cosa.
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