8 de junio – Gota

“Y doy mi opinión en este asunto, porque esto os conviene a vosotros, que fuisteis los primeros en comenzar hace un año no sólo a hacer esto, sino también a desear hacerlo.” 2 Corintios 8:10 (BLA)
Hay momentos en que esperamos más y parece que lo que hacemos no alcanza. Que por más que intentemos no podemos cristalizar el cambio deseado. Vivimos en una sociedad exitista que sólo busca el resultado rápido. Argentina le ganó a Colombia 1 a 0 por las eliminatorias para el mundial 2010. Después de la terrible derrota – 6 a 1 – sufrida en el partido contra Bolivia, había que ganar sí o sí.
Y se ganó, pero se jugó muy mal. Entonces, todos los periodistas deportivos castigaron al equipo por lo mal que había jugado. Les habían pedido un triunfo; ahora, ya logrado, les exigían que jugaran bien. Parece que nada alcanza, y eso desgasta.
Lo mismo sucede a veces en la obra de Dios. Parece que lo que hacemos nunca es suficiente. Ayudamos a salir a un muchacho de la droga y hay cientos que se inician. Por cada uno que se salva hay cientos que se condenan al infierno. Parece que no impactamos positivamente, que no alcanza.
La madre Teresa de Calcuta dijo en una oportunidad: Mi obra es una gota en el océano, pero el océano no sería el mismo sin esa gota.
¡Y lo dijo la madre Teresa de Calcuta! Una mujer que nunca bajó los brazos ni dejó de ayudar. Tenía motivos sobrados para desanimarse y desistir. Contra la miseria que reinaba en Calcuta, su ayuda resultaba ínfima en relación con la necesidad. Sin embargo, ella seguía poniendo su gota de esfuerzo cada día.
Dios quiera que podamos tener un poco del carácter de esa gran mujer. A pesar de las circunstancias adversas, ella seguía sumando. No fuimos llamados por Dios únicamente para hacer Su obra, sino para desear hacerla. No nos llamó Dios a buscar resultados, sino a realizar la labor que nos encomendó y a desearla. Para estos días exitistas y condicionales, Dios nos pide el mismo espíritu que tuvo la madre Teresa de Calcuta. Sin tu ladrillo, la catedral de la obra de Dios jamás será la misma. Ningún mar divino será igual si le falta tu aporte. Por eso Dios valora tanto tu esfuerzo y tu deseo.
Sumate al plan de Dios. Es tiempo de seguir haciendo y deseando hacer. Sos importante para Dios.
REFLEXIÓN – Tu aporte no pasa desapercibido.

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