9 de abril – Reconocer
“Hermanos, les pedimos que sean considerados con los que trabajan arduamente entre ustedes, y los guían y amonestan en el Señor.” 1 Tesalonicenses 5:12 (NVI)
El 31 de marzo de 2009, a los 82 años, murió el Dr. Raúl Alfonsín. Fue el primer presidente constitucional elegido por el voto popular, después de la dictadura militar que gobernó Argentina desde el año 1976 al año 1983.
Creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Enjuició a los dirigentes de la dictadura militar, en un caso único en el mundo, que sólo es comparable con el juicio de Nuremberg. Firmó el tratado de paz por el Beagle con Chile. Soportó dos levantamientos militares que intentaron derrocar la democracia. Mantuvo la libertad, propuso siempre el diálogo y buscó la paz de los argentinos.
Fue también el mismo que tuvo que soportar 14 paros nacionales, el congreso en contra y las presiones de la oposición, la que, finalmente, lo hizo renunciar 6 meses antes de terminar su mandato, en medio de una terrible hiperinflación, debilitado políticamente y sin respaldo. Hoy nadie menciona estos hechos, y todos recuerdan su gestión política descomunal. Cometió errores, como todos, pero sus logros fueron enormes. Actualmente, todos lo recordamos con respeto por su esfuerzo y trabajo por la democracia, pero mientras estuvo vivo recibió múltiples críticas por los errores cometidos.
Los seres humanos no tenemos puntos medios. Escuchando tantos buenos comentarios sobre nuestro ex presidente, recordé este pasaje de Pablo a los Tesalonicenses, en el que nos anima para que no comentamos el mismo error. Para que seamos más equitativos. Nadie está libre de errores. Sólo los muertos no se equivocan, simplemente, porque ya no pueden tomar decisiones. Y Dios nos insta a que seamos cuidadosos y alentadores.
Y para que, a aquellos que trabajan en la obra de Dios, los reconozcamos, los valoremos, los apoyemos, oremos por ellos y los cuidemos. Hay una tendencia muy natural para criticar y censurar aquellas cosas que no nos gustan y atacar a las personas embanderándonos en sus defectos. Hablamos con mucha ligereza de los pastores o los líderes criticando lo que hacen por no estar de acuerdo con sus decisiones.
En lugar de tomar esa actitud cobarde, Dios nos propone, considerar y reconocer a los que trabajan. Y si hubiera algo con lo que no estamos de acuerdo, plantearlo en privado tratando siempre de mejorar las cosas. No hagas como se hizo con el presidente Alfonsín, que lo criticaron durante 25 años para reconocer sus virtudes cuando ya estuvo muerto.
REFLEXIÓN – Reconocé en vida, en el ataúd ya no te escuchan.
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