9 de Octubre – Silbo
“Tras el terremoto hubo un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego se escuchó un silbo apacible y delicado. Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto, salió y se puso a la puerta de la cueva.” 1 Reyes 19:12-13 (NVI)
Silbo
El encuentro de Jehová con Elías tiene como escenario el monte Horeb (Sinaí), en donde el mismo Señor hizo un pacto con Israel. Sin embargo, hay una gran diferencia en el modo de la revelación divina. Según Éxodo 19, Jehová manifestó su presencia en el huracán, en el terremoto y en el fuego. Acá en cambio, esas señales preceden al silbo apacible y delicado en el cual se presenta el Señor. Si bien es el mismo Dios, y Dios no cambia, puede cambiar la manera de acercarse al hombre. Todo depende de la finalidad que tenga.
Cuando le habla al pueblo de Israel, desea generar respeto y obediencia porque estaba por darle las leyes. Quería que tengan bien presente la grandeza de quién daba los mandamientos.
Pero con Elías es distinto. Elías estaba deprimido, cansado y triste. Se sentía solo y desanimado. No necesitaba una muestra terrible del poder de Dios. La había visto dos días antes, cuando descendió fuego del cielo y consumió un becerro, las piedras y el suelo, pero no le servía.
Elías necesitaba un abrazo cariñoso, una palabra suave, una mano en el hombro. Necesitaba ver un Dios sensible, no un Dios terrible. Dios se manifiesta en un vientito tranquilo y Elías sale de la depresión y vuelve a ser el gran profeta de antes.
Hoy Dios ya no se manifiesta en terribles fuegos o en suaves brisas. Dios se revela por medio de su Palabra, la Biblia. Podemos ver allí al Dios poderoso con manifestaciones de poder, y al Dios compasivo y suave que consuela individualmente.
Si queremos tener un encuentro con Dios, tenemos que leer y estudiar su Palabra para obedecerla. Cuando hagamos esto vamos a tener nuestro encuentro con Dios, ese “silbo apacible y delicado”. Si querés recibir el consuelo y el cariño de Dios, buscalo en Su Palabra. Dios se sigue manifestando. No lo busques en las cosas grandes. Podés encontrarlo, cada día, en la tranquilidad de un momento devocional. Dios te sigue hablando.
REFLEXIÓN – Dios no se esconde, no seas ciego.
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