10 de octubre – Temor

«El temor de Jehová es limpio, permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos.» Salmos 19:9 (RVR)
¿Cómo puede ser limpio un sentimiento, si no puede verse ni tocarse? Está claro que David sabía que los sentimientos no tienen color ni olor, pero sus manifestaciones sí. David no habló de miedo, ni de pánico, sino de temor, en el sentido de respeto y de autoridad.
Hace algunos años, el director del colegio infundía temor en los alumnos. La peor sentencia durante mi niñez era que me enviaran a la Dirección. Esta misma idea tomó David para explicar qué es el temor de Dios.
No es miedo por el castigo que pueda darnos (aunque tiene el poder para hacerlo), sino el respeto que su Persona debería infundir en todos nosotros. Es ese respeto que nos hace cuidar nuestra conducta para no ofenderlo.
Nadie, en su sano juicio, va a romper el florero preferido de su madre cuando ella está mirando. Lo más probable es que jugara a 200 metros de distancia porque sería peligroso, incluso, tocarlo. Pero cuando la mamá se va a hacer las compras, el florero se convierte en un hermoso palo para el arco de fútbol. Se transforma porque la mamá no está cerca. Y entonces, supone que no va a correr ningún peligro de ser retado.
Infantilmente, también actuamos así con Dios. Y muchas veces, creemos que porque no podemos verlo, estamos libres de Su mirada. Actuamos como queremos, lo ofendemos, pecamos deliberadamente, insultamos, envidiamos, robamos, miramos cosas obscenas, porque estamos aparentemente solos y nadie nos observa. No hay represión a la vista.
El temor de Dios, es justamente lo que evita esa conducta indeseable e incorrecta. Es saber que Dios siempre esta mirando y escuchando todo lo que decís, hacés y pensás. Y es el temor de Dios, justamente, lo que te falta. Por eso tu vida no es limpia. Por eso tenés pecado. Por eso estás sucio. Y aunque te moleste, los juicios o sentencias que Dios determina sobre tu vida son justos y verdaderos. Aunque quieras disimularlo u ocultarlo, para Dios, tu pecado siempre es pecado, aunque para vos sea una cosa pequeña e insignificante, aunque tus amigos te digan que está bien y que es divertido.
Pensá que Dios siempre te está viendo. Empezá a vivir sabiendo que constantemente Dios te está acompañando y que comparte con vos todas las cosas que hagas. Empezá a tener más cuidado.
REFLEXIÓN — Enderezá tu vida, temé a Dios.

Artículos relacionados