11 de julio – Calificación

“Pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó.” Romanos 3:24 (RVR)
Perder una madre… huérfano…
Perder una esposa… viudo…
Perder un padre… huérfano…
Perder un esposo…. viuda…
Perder un hijo… ¡no existe palabra alguna que lo describa!
Me resulta inimaginable la vida sin Juampi o sin Connie. Naturalmente, son los hijos quienes entierran a sus padres. Es la ley de la vida, y por lo general, sucede así. Pero cuando se pierde un hijo, no hay palabras. Cuando nació Juampi, estuvo tres meses internado en Neonatología peleando por su vida. De todos los bebés que estaban por esos meses allí, el cuadro más crítico era el de mi Juampi. Y es un lugar donde los padres solemos entablar cierta amistad, ya que pasamos muchas horas dentro.
Al lado de la incubadora de Juampi, que pesaba 1, 5 kg, había una bebé cuyo peso era de 3,2 kg y estaba internada por un problema cardíaco. Estuvo una semana y le dieron de alta. Los padres regresaron con ella, cuatro días más tarde. Su cuadro había empeorado. Compartimos la terapia durante tres días. Y siempre nos alentaban, sabiendo que nuestro hijo era el más grave de la sala. Al cuarto, entramos bien temprano, como siempre, para ir a cuidar a Juampi y en el ascensor subió también el papá de esa beba. –Hola, saludamos sonriendo ¿cómo está la gordita? Preguntamos como cada mañana. Murió hoy a las 04:00 am, contestó totalmente desconsolado.
Fueron los tres pisos más largos de transitar en mi vida. No pudimos decir nada, simplemente abracé al padre quien sollozó en mi hombro. Al llegar al tercer piso, sin decir palabra, salió con su tristeza inconmensurable a cuestas. Nadie encontró vocablo alguno que describiera esa situación. Demasiado dolor.
Pablo contó en la carta a los Romanos, una situación similar, que aún ahora no se puede comprender. Estábamos condenados al infierno, y no había manera de salvarnos, así que Dios ideó una manera de redimirnos. Lo hizo a través de la muerte del Señor Jesús en la cruz del Calvario. Dios permitió que su propio Hijo muriera, para que vos y yo tuviéramos vida. ¡Dios eligió condenar a Cristo para darte la vida a vos! Y ese día, en la cruz, cuando Cristo moría, Dios miraba para otro lado. Hay una sola palabra para describir semejante dolor: amor. El amor de Dios para vos.
REFLEXIÓN – Dios te ama a vos.

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