11 de Mayo – Efecto

Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.”  Juan 4:42 (NVI)
Efecto
Jesús estaba en Samaria, un territorio que era hostil para los judíos y con quienes había una historia de odio racial muy fuerte. En medio de esa realidad, Jesucristo le habla a una mujer quien vuelve al pueblo y comienza a contar que había encontrado a alguien muy especial, que era distinto a todos, que era único, que era el Cristo.
En la vida cotidiana y rutinaria de la vieja Galilea, un evento así no se producía todos los días, por eso muchos del pueblo van a ver a Jesús. Jesucristo era la sensación del momento.
¡Qué maravilloso es el efecto que Cristo produce en las personas! Seguramente muchos habían ido con algún preconcepto formado. Quien había traído la noticia no era una persona muy confiable, era una mujer de vida fácil del pueblo y para colmo, este personaje misterioso era judío.
Pero una vez que se encuentran con Jesús se produce el milagro, y los samaritanos entienden quién es Jesús. No es un profeta de los caminos, no es un buen maestro, no es un milagrero sensacionalista, no es un predicador de paso. Jesucristo es el Gran Salvador.
Y todo el pueblo quedó enamorado de su persona. Hoy necesitamos volver a la fuente y escuchar y leer más de Jesús para volver a enamorarnos de Él. No alcanza con saber de prestado, con escuchar algo de Jesús de lo que otros dicen. Es necesario tener intimidad con Él y disfrutar de su compañía a diario. Necesitamos volver a disfrutar de estar en su presencia o comenzar a disfrutar de estar en su presencia.
Es preciso tener el deseo de orar, de leer la Biblia y asistir a la iglesia como cuando lo reconocimos como Salvador. Este es el título más grande que podamos darle a Cristo. Él es quien, por su muerte, te dio vida. Si no tenés esos deseos es porque no estás tan enamorado de Jesús, hasta podría parecer que no te importa nada.
Él te ama exclusivamente. ¡Cómo no vamos a adorarlo y exaltarlo hoy! Es tiempo de reconocer, alabar y amar al autor de este milagro personal. Cristo es digno de la mejor alabanza.
REFLEXIÓN – Nada es más maravilloso que la salvación.

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