13 de Abril – Negación


“Negó Pedro otra vez, y enseguida cantó el gallo.” Juan 18:27 (NVI)
No hay historia más contada y criticada que la negación de Pedro. Pero es solo la mitad de la historia. Hay otra realidad que pocos ven. En el Huerto de los Olivos, cuando la turba fue a buscar a Jesús, había soldados, alguaciles y personas con palos y antorchas.
Sin embargo, solo Pedro saca su espada y corta la oreja del siervo del Sumo Sacerdote. Fue una locura pero Pedro quería defender a Jesús. Sabía que estaban en inferioridad de condiciones, que no tenían manera de ganar, pero igual sacó su espada. Quizá no fue la mejor manera pero fue extremadamente valiente. Él solo contra todos, por Jesús.
Jesús interviene, sana la oreja del siervo y todos huyen, lo dejan solo. Cada uno corre a buscar un refugio, un lugar donde esconderse. Pero Pedro no. Él sigue a Jesús de lejos. Se va con otro discípulo que conocía a la portera de la casa del Sumo Sacerdote quien habla para que Pedro pueda entrar.
El discípulo anónimo se va y Pedro entra solo en el patio de la casa. Era la base de operaciones de los enemigos de Cristo, y Pedro estaba sentado en medio de sus ellos. Estaba en el patio donde caminaba el hombre al que le había cortado una oreja. Había mucha gente, soldados y mujeres. Pedro no podía hacer nada para ayudar a Jesús pero quería estar cerca. No había nada que pudiera hacer en ese lugar. No había defensa posible para Jesús y Pedro lo sabía.
Mientras que el resto de los discípulos estaban bien escondidos, Pedro estaba solo calentándose en el fuego del patio del enemigo. Y alguien lo reconoce. Lo acusa de haber estado con Jesús y Pedro lo niega.
Cualquiera de nosotros hubiera salido corriendo en ese momento pero Pedro se queda. Tres veces lo acusaron y tres veces negó. Pero tres veces lo acusaron y las tres veces se quedó en ese lugar. Pedro era extremadamente valiente.
¿Qué ves al mirar a tu hermano? Siempre es fácil marcar el error y condenar. Hoy tenemos un llamado a mirar con amor por sobre el error del hermano, para ver algo bueno en su accionar. No todo es tan malo. Siempre hay algo bueno para rescatar.
REFLEXIÓN – Jesús nunca mira con rencor o censura. Siempre con amor.

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