14 de noviembre – Tropiezo

«Dijo Jesús a sus discípulos: «Imposible es que no vengan tropiezos; pero ¡ay de aquel por quien vienen!» Lucas 17:1 (RVR)
Tropiezo viene de la palabra escandalizo. Era una trampa para cazar animales. Se hacía un pozo en el bosque de tamaño considerable, se cubría de ramas y hojas y se ponía comida en el centro del pozo, sobre las ramas. Y el cazador sólo esperaba. El animal, atraído por la comida se acercaba con cuidado, y cuando pensaba que no había riesgo, intentaba tomar el alimento Su peso era muy superior a la resistencia de las ramas y caía en el pozo. Ya estaba atrapado. De eso se trataba el escandalizo.
La vida actual eliminó este tipo de escandalizos. Ya no encontramos trampas en los bosques o en las calles. Sin embargo Jesucristo fue muy claro en su profecía. Es imposible que no vengan tropiezos. Lamentablemente, siempre va a aparecer algún escándalo o problema durante nuestra existencia, porque todos ofendemos. No hay nadie que no agravie.
Por eso es que siempre estará presente en la vida este problema. Y cuando llega la situación conflictiva, solemos caer en el pozo de la ofensa, del enojo, de la molestia, del rencor. Tal vez no te veas encerrado físicamente, pero la ofensa te encadena. Te sentís molesto por el agravio recibido y que considerás injusto. El problema es que estando dentro del pozo, solo podés seguir pisoteando la misma realidad. Jesucristo sabía esto. Por eso nos recomienda la única solución posible para salir de este atolladero.
Necesitamos salir del pozo de la ofensa, por la escalera del perdón. Se escribe muy rápido, se lee muy rápido pero no es tan sencillo subirla. Al contrario. Es una escalera que tratamos por todos los medios de evitar. Queremos salir del pozo, saltando, arañando las paredes, gritando por una soga. Pero la única manera de salir sano, es por la escalera del perdón. Hay ofensas muy dolorosas y difíciles de perdonar. Pero es el único camino.
Perdonar la ofensa no es ser nuevamente amigo de quien te dañó. Es poder recordar el hecho ocurrido sin que el rencor, el enojo o el odio aparezcan nuevamente. En la vida siempre habrá tropezaderos. Nadie va a estar libre de este mal. Vos tenés que elegir cómo seguir viviendo. Podés seguir dando vueltas en tu pozo sin salida, rumiando siempre el mismo rencor. O podés recibir la ayuda del Espíritu Santo, para limpiar tu alma y liberar tu enojo mediante el perdón.
REFLEXIÓN – Salí por la escalera del perdón.

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