23 de Julio – Generoso


Porque ¿Quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiéramos ofrecer voluntariamente cosa semejante? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano, te damos.” 1 Crónicas 29:14 (NVI)
Generoso
El tema del dinero es siempre conflictivo. Mucho más en tiempos de crisis, como los que a veces vivimos, que no alcanza para llegar a fin de mes, o nos quedan cuentas sin pagar, o no hay trabajo y contamos las monedas. En tiempos de crisis, cuando uno comienza a hacer recortes en sus gastos, a veces se recorta la ofrenda. Tal vez no dejes de ir a McDonald’s, pero seguro que reducís tu ofrenda dominical. David tenía un concepto muy elevado de la ofrenda. Para él y su pueblo era un privilegio poder ofrendar a Dios. Reconocían que todo lo que tenían, fuera mucho o fuera poco, provenía de Dios.
Seguramente en el pueblo de Israel, habría personas de todas las clases sociales con poderes adquisitivos distintos. Habría personas muy ricas, habría terratenientes, habría personas de la clase media, también desocupados, pobres e indigentes. No debe haber sido muy distinto de la sociedad que hoy tenemos.
Sin embargo, cada uno de ellos tenía este concepto sublime de la ofrenda. No era una carga, ni un problema. No esquivaban la responsabilidad de dar. No pasaban la bolsa de largo. Dentro de las posibilidades de cada uno, se sentían honrados de poder darle a Dios algo de lo mucho que Él les había dado.
No estamos hablando de cantidad de dinero sino del deseo del corazón. Solo aquel que reconoce que todo lo que tiene está originado en las bendiciones de Dios, tiene la capacidad de ofrendar con alegría y con generosidad, abundantemente y sin reproche. No se trata de ver cuánto debo ofrendar, sino cuánto de lo recibido necesito para vivir, el resto es de Dios.
En realidad somos simples administradores de los bienes de Dios. De lo que nos da, de eso ofrendamos. La ofrenda es parte de tu ministerio. Nunca serás más pobre si ofrendas a Dios a conciencia, pero seguramente, vas a ser más rico. Quizá no seas rico en dinero, pero seguro que serás rico en bendiciones.
Si podés reconocer que tus posesiones son de Dios, ofrendar con alegría va a ser mucho más fácil.
REFLEXIÓN – Una ofrenda generosa viene de una vida generosa.

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