28 de noviembre – Memoria

Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed Nego, y Daniel estaba en la corte del rey.» Daniel 2:49 (RVR)

Daniel era sólo un adolescente que estaba en un país extraño, con otra cultura, lejos de sus padres y se enteró de que todos los sabios y adivinos del reino, iban a ser muertos porque el rey había tenido un sueño y nadie se lo podía revelar. Entonces les pidió a sus tres amigos que le ayudasen en oración. Y él mismo le dijo al rey que iba a revelarle el sueño mediante el poder de Dios. Un adolescente se paró frente al rey de la época más poderoso y tirano, y le dijo que su sueño podía ser revelado.
Y tras un corto período de oración, Dios respondió y Daniel pudo resolver el misterio. Reveló el sueño al rey y le dio su interpretación. Y el rey, en agradecimiento, lo nombró uno de los personajes más importantes del reino.
Hay que estar en la piel de Daniel para comprender ese momento. El rey estaba rodeado de su corte, los príncipes, los políticos de turno, y la guardia real, esperando que el joven Daniel dijera lo que nadie podía decir.
Toda la gloria y el honor del reino fueron dados a Daniel. El esclavo israelita pasó a ser uno de los principales consejeros del rey más poderoso de la tierra. Podía tener todo lo que deseara: fiestas, alcohol, música.
Y en medio de tanta locura, aplauso y revuelo, Daniel tuvo este gesto de grandeza. Se acordó de sus amigos, y pidió que también les dieran un lugar de privilegio. No se le subió el puesto a la cabeza. En las malas estuvieron juntos y en las buenas también. El éxito no le borró la memoria. Él sabía que sus amigos también merecían reconocimiento.
No es fácil compartir el éxito. Nos volvemos muy egoístas con el triunfo. Queremos sólo la gloria para nosotros. El joven Daniel nos enseñó que los que son grandes de verdad, tienen memoria.
El verdadero amigo piensa siempre en lo mejor para sus amigos. Y busca agradarles y ayudarles en todo momento. No sólo en los momentos malos, sino también cuando las cosas marchan bien. El éxito, a veces, es enemigo de los amigos.
REFLEXIÓN — No te olvides de ser amigo.

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