9 de diciembre – Volvé

«Escudriñad vuestros caminos, (…) y volveos a Jehová.» Lamentaciones 3:40 (RVR)
La ciudad era un absoluto caos. El sitio de Jerusalén fue terrible. Durante meses el ejército de Babilonia había impedido que cualquiera entrara o saliera de la ciudad. La consecuencia fue el hambre. Primero se acabaron las reservas de alimento. Luego se comieron los caballos y las mulas que tenía el ejército. Más tarde se comieron los perros y los gatos de la ciudad.
Pronto no hubo animales domésticos, sólo quedaron las ratas. El hambre seguía y no se detenía. Y llegó un momento de tal desesperación que ¡las madres cocinaron a sus propios hijos y se los comieron para seguir viviendo! ¿Como puede el ser humano caer tan bajo? La respuesta la tiene el mismo Jeremías. El pecado insensibiliza.
Tiene el efecto de la rana en el agua caliente. Si ponés una rana en agua hirviendo, va a saltar para escaparse. Pero si la ponés en agua fría y a fuego lento, la rana no va a escaparse. Se va a quedar en el agua hasta que muera quemada porque se va acostumbrando a la temperatura que sube de a poco.
El pueblo de Israel había padecido el mismo mal. Años y años de pecados habían insensibilizado su alma. Ya no les afectaba pecar, era algo cotidiano. Y cada vez la ofensa a Dios era mayor, más reiterada, más alevosa. Eso generó el castigo ejemplar que Dios puso para el pueblo. Y por eso Jeremías hace este mea culpa y les ruega que analicen sus caminos, revisen lo que estuvieron haciendo, hagan un relevamiento de sus acciones y cuando se den cuenta de lo lejos que están de Dios, regresen a Él.
Hoy no hay sitio, ni guerra, ni castigo; pero estamos viviendo a veces con la misma insensibilidad que el pueblo de Israel. No nos preocupa ofender a Dios, vivimos sin temor de Dios, pecamos sin culpa. Podemos ser indiferentes a Dios que no nos afecta ni nos altera. Tenemos otras prioridades y pensamos que está bien. Cada acto insensibiliza más nuestra alma y las llamadas de atención de Dios parecen cada vez más lejanas.
Jeremías vuelve a advertirnos, es tiempo de escudriñar nuestros caminos, de analizar en profundidad lo que estuvimos haciendo, de revisar nuestros pasos, y de volvernos a Dios. No importa cuan lejos o cuan cerca estés, hoy es el día.
REFLEXIÓN – Volvé a Dios.

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