21 de Diciembre – Templarios

«No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá.» Mateo 7:2
Templarios
El Vaticano presentó en Noviembre del 2007, una nueva obra sobre los caballeros Templarios, que apunta a presentar a investigadores de todo el mundo nuevos conocimientos sobre esta legendaria orden. Queda claro que el Papa Clemente V interrogó personalmente a los altos miembros de la orden encarcelados por el rey Felipe IV y los absolvió de la acusación de herejía. La obra, encuadernada en cuero, se publica en una edición de sólo 799 ejemplares y tiene un valor de 5.900 euros (unos 8.400 dólares).
En su publicación y preparación participaron unos 50 expertos. Ya en vísperas de la publicación, el documento despertó interés en todo el mundo. La Orden del Temple fue fundada en 1118 en Jerusalén por Hugo de Payens, Gottfried de St. Omer y otros siete caballeros franceses que pretendían defender los «Santos Lugares» y garantizar la seguridad a los peregrinos cristianos que acudían a ellos. Su nombre procede de su instalación en el antiguo templo de Salomón, la conquistada mezquita de Al Aqsa en el Monte del Templo.
Con el tiempo, los caballeros Templarios, cuya seña de identidad era una capa blanca con una cruz roja, se convirtieron en la orden más rica y poderosa del mundo cristiano. Pero primero con Felipe el Hermoso y después con la Inquisición se acercó su final. Un viernes 13 del año 1307 en toda Francia, los soldados del rey ingresaron en sus viviendas y comenzaron a arrestarlos. De allí se deriva la creencia de que el viernes 13 trae mala suerte.
Vivieron condenados por ese juicio durante más de 600 años, y su exoneración llegó algo tarde. Jesucristo conocía los efectos devastadores de los juicios sin misericordia. Nadie sabe como comenzó la decadencia de los Templarios. Tal vez fue un comentario malicioso en la corte de Felipe, o un caballero envidioso que no fue aceptado por la orden. Pero ese comentario fue agrandándose hasta convertirse en un juicio público que provocó su persecución y muerte.
Por eso Jesucristo nos recomienda tener cuidado en nuestra costumbre de juzgar a los demás. Nos olvidarnos que con la dureza que juzgamos a otros seremos nosotros también juzgados. Es mejor aplicar la Gracia de Dios. Por más justa que creas tu causa, Jesucristo recomienda no juzgar.
REFLEXIÓN – El Único Juez, es Jesucristo.

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