10 de Agosto – Sintonía


Al darse cuenta de esto, Jesús les dijo: ¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen la mente embotada?” Marcos 8:17 (NVI)
Sintonía
Hace algunos años las radios no eran digitales. Para encontrar el programa que uno deseaba escuchar, había que mover el dial hasta que se sintonizaba la radio buscada. Si el dial no estaba en la línea justa (era algo artesanal), se escuchaba con interferencia, con ruido o no se oía. Para escuchar, había que sintonizar bien.
Jesucristo había hecho un milagro increíble. Miles de personas habían comido en medio de la nada. De unos pocos panes y unos peces, miles se habían saciado y todavía había sobrado. La popularidad de Jesucristo se incrementó muchísimo. Entonces, cuando estuvo solo con sus discípulos, en lugar de hablar de la comida, Jesucristo comenzó a advertirles que tuvieran cuidado de la levadura de los fariseos. Les estaba pidiendo que sean auténticos, que en lugar de ser religiosos y de cuidar las formas, tengan temor de Dios. Tomando como base lo que había sucedido con el milagro de los panes, les hace a su grupo íntimo un pedido específico.
Pero lo que era una obviedad para el Maestro, era un trabalenguas para sus discípulos. Ellos no entendieron el mensaje. Se habían quedado pensando en la comida y limitaban su pensamiento a lo momentáneo. Cristo estaba hablando de verdades espirituales y eternas y ellos solo pensaban en su estómago. Escuchaban pero no entendían. Estaban en otra sintonía.
Hoy nos pasa lo mismo que a esos hombres, no estamos en sintonía con Dios. Vamos a la iglesia, cantamos las canciones, servimos, adoramos y ofrendamos, pero no escuchamos. Nuestro comportamiento no se modifica, nuestros hábitos se mantienen, nuestros pecados son recurrentes. Estamos en otra sintonía, no sintonizamos con Dios. La Biblia nos dice una cosa, y hacemos otra. Se nos exhorta en un mensaje a hacer algo, y entendemos lo contrario. Nos llenamos de excusas y justificativos, pero seguimos pensando en nuestro estómago o en nuestros deseos personales, en lugar de comprender las verdades espirituales que Dios plantea.
Dios nos desafía a vivir un cristianismo sin caretas, ni dobles discursos. A demostrar a Cristo en cada palabra o acción cotidiana. A no vivir una religión sino a tener una relación con Dios.
REFLEXIÓN – Sintonizate con Dios.

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