11 de septiembre – Maestro
“Dicho esto, Marta regresó a la casa y, llamando a su hermana María, le dijo en privado: El Maestro está aquí y te llama.” Juan 11:28 (NVI)
Hoy se celebra el día del maestro en la Argentina. y los docentes, como el 11 de septiembre de todos los años, tuvieron un día de descanso y en los colegios no hubo clases. Hace unos años, Juampi había participado del acto por la celebración de ese día y se sumó a sus compañeros que querían homenajear a su Seño. Hay cosas que las palabras no pueden expresar. ¿Cómo se describe el abrazo de un niño para su maestra? Hay demasiadas cosas dentro de esos brazos pequeños pero tan grandes que no se pueden explicar.
Por la gracia de Dios Juampi había tenido tres maestras excelentes. Podían estar con 30 pequeños durante toda la mañana y mantener su sonrisa y su paciencia a prueba de todo, mientras les enseñaban cómo leer, escribir y sumar. Influyeron en Juampi y lo potenciaron en su desarrollo escolar. ¿Cómo se puede agradecer esto? No existen las palabras, ¡Gracias! parece que siempre queda corto (Igual, ¡gracias Flavia, Marisa y Mirta!).
El respeto y el cariño que las maestras generaron en Juampi es digno de imitar. Porque lo que la Seño dice, tiene que ser así. Es una máxima indiscutible. No hace falta probarlo ni se puede cuestionar. Lo dijo la Seño y es suficiente.
Lamentablemente crecemos y perdemos esa inocencia. Los adultos somos más cuestionadores, más inconformistas, más incrédulos. Hasta lo hacemos con el Maestro de todos los maestros. Cuestionamos a Jesucristo.
Al recordar como hablaba Juampi de su Seño, me acordé de ese texto. María acababa de ver morir a su hermano, estaba partida al medio, le había pedido ayuda a Cristo y su Maestro y amigo no había aparecido. En medio del velorio, su hermana le dijo: El Maestro está aquí y te llama. ¿Qué es lo que hizo María? Salió corriendo a ver qué le iba a decir su Maestro. No le importó lo cansada que estaba por haber cuidado a su hermano durante días hasta que la fiebre lo superó, no le importó el dolor que tenía en el alma por la pérdida irreparable, ni la frustración que sentía porque su Maestro había llegado tarde.
Cristo la llamó, y ella salió corriendo a ver que quería. Él sigue siendo el mismo Maestro, es el mismo Jesucristo. Y te llama. ¿Qué vas a hacer?
REFLEXIÓN – El Maestro está aquí y te llama.
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