16 de Mayo – Señor


“…tampoco nadie puede expresar “Jesús es el Señor”, sino por el Espíritu Santo.” 1 Corintios 12:3
Señor
En la antigüedad, esta era una palabra muy importante. No se le llamaba Señor a cualquiera. Roma consiguió unificar su reino mediante la fuerza de la guerra, pero mantuvo la paz interior unificando a los pueblos bajo la religión y adoración al césar. Alcanzaba con profesar una vez al año la obediencia y decir “César es el Kyrios” (señor) para lograr la aceptación del Imperio.
La palabra Kyrios implicaba reconocer al señor como Dueño supremo que merece total respeto y adoración. Muchos cristianos prefirieron padecer torturas, exilios y hasta la muerte, antes de proclamar al césar como su señor.
Sabían que los podían colgar en una cruz, que los podían quemar vivos con brea, que podían ser destrozados por las fieras en el circo romano, que los podían cortar con una sierra lentamente en dos, que podían cortarle los dedos de a uno; pero nada los hacía abandonar su convicción. Ellos tenían un Señor: Jesucristo.
Incluso podían mentir solo en ese momento y seguir siendo fieles cristianos el resto del año. Total era solo una vez en 365 días y nadie se iba a dar cuenta. Pero ellos sabían que Dios sí se daba cuenta. Ellos eran fieles.
Hoy la misma palabra es tan común que perdió su potente significado para nosotros. Estamos tan acostumbrados a llamar “Señor” a Cristo que no tomamos en cuenta el verdadero significado de la palabra. Llamamos a Jesucristo Señor y no pensamos en lo que ello implica. Incluso la usamos como muletilla repitiéndola en las oraciones varias veces, solo por costumbre.
El Kyrios era un ser al que se le brindaba toda obediencia y devoción. Alguien por quien se estaba dispuesto a morir, alguien superior a quien se amaba más que a uno mismo, más que a la vida misma. Alguien por quien se estaba dispuesto a vivir. Alguien a quien se adoraba en todo momento, de quien nunca se tenía vergüenza y de quien se hablaba constantemente.
El Kyrios era el centro de la vida, lo más importante, lo irremplazable.
Ante la magnitud del significado de la palabra se hace más difícil llamar “Señor” a Jesucristo, porque implica un enorme compromiso de obediencia y respeto.
REFLEXIÓN – ¿Es Jesús tu Señor?

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Respuestas

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  1. Sorprendente, pero es muy cierto muchas veces pronunciamos por pronunciar el titulo de Señor a nuestro Amado Jesús, sin darle el verdadero significado y valor que representa este título.
    Muchas gracias, una vez más precioso equipo de Devoción Total, por esta maravillosa lección.
    Dios guarde a Ustedes.
    Saludos cordiales.
    Atte.
    Samantha Sánchez